¿Han muerto las presentaciones literarias?: Entre la egolatría y la torpeza

AutorHeriberto Yépez
  1. Los escritores, salvo contadísimas excepciones, son antipáticos. Observarlos en vivo decepciona a sus lectores. Y desalienta a los que pudieron haberlo sido. Una amiga dijo una vez de un tipo que le presenté: "Ese hombre me hubiera gustado si fuera otro"; que, en cuestión de escritores, podría traducirse: "Habría comprado ese libro si tuviese otro autor".

    Sé de muchas personas que asisten a las presentaciones de libros para confirmar que el escritor es un ególatra, un torpe o un mamón. En esta era juiciosa, las presentaciones de libros sirven principalmente para que los asistentes confirmen su postura contra los escritores.

  2. Las presentaciones de libros nutren el ego de los autores. Autores con el ego crecido son malos escritores. Malos escritores hacen peores libros. Peores libros arruinan las de por sí aburridas presentaciones. Las presentaciones de libros son parte del círculo vicioso de la egolatría. La egolatría relaja la tensión del escritor. La mala literatura está hecha de escritores relajados.

  3. Las presentaciones de libros son parte del gossip literario que paulatinamente ha ido sustituyendo a la literatura.

  4. El tedio de las presentaciones se debe a la decadencia de la crítica literaria. Si tuviéramos una crítica audaz, las presentaciones de libros ocasionarían debates intelectuales posteriores. Pero nuestra crítica está en su declive. En muchos casos, los presentadores suelen ser los amigos del escritor o, en el mejor de los casos, críticos improvisados. En muchas ocasiones, las presentaciones de libros son eventos de beneficencia a los "Jóvenes Escritores". Se debería fijar una mayoría de edad para los presentadores y que quien no la tenga pueda ser encarcelado por estar debajo de la edad legal para presentar libros en sociedad.

  5. Los presentadores comúnmente cometen el error de describir el contenido del libro. Así los asistentes no tienen ninguna razón para leerlo. El consumo ya está hecho. En las presentaciones de libros debe omitirse toda revelación esencial acerca del libro. Para que las presentaciones funcionen debe inventarse un nuevo tipo de crítica literaria en que se hable exclusiva y espléndidamente de los aspectos inesenciales de los libros. Inclusive se podría prohibir terminantemente que el presentador lea el libro por presentar...

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