Preocupa a Timotea Rangel GalváN DesaparicióN de Comida Tradicional

* La cocinera tradicional de Caltzontzin, orgullosa de su herencia gastronómica

Por Maricruz González. Enviada

Uruapan, Mich., 22 Jun. (Notimex).- Con la firme esperanza de que la comida tradicional purépecha siga viva, no obstante la incursión de la gastronomía contemporánea, Timotea Rangel Galván, quien será reconocida esta tarde aquí como Tesoro humano vivo, deseó que cada vez más jóvenes se interesen en aprender el arte culinario de sus ancestros.

Luego de expresar que "me gustaría que nunca acabe ésto", Rangel Galván, de 81 años, mostró su preocupación por el hecho de que las nuevas generaciones no se sienten atraídas por hacer la comida antigua.

"Ahorita menos que nunca hay interés en aprender a preparar estos platillos, las personas jóvenes no quieren dedicarse a ésto pues les va mal y no ganan el dinero suficiente para mantenerse", explicó.

"La otra vez llevé a unas vecinitas a trabajar, al final nos pagaron 100 pesos y pues ellas se enojaron y ya no quisieron volver a trabajar conmigo", relató, mientras se sobaba su brazo izquierdo, el más afectado por el calor de las brasas.

"A veces nos va bien, otras no tanto", dijo al recordar felizmente cómo en una ocasión una maestra la invitó a trabajar haciendo tortillas para un evento. Ella le dijo que cobraba 200 pesos y al final le dieron 500 y le pagaron un taxi para que se llevará su metate.

"Ese día llegué a mi casa y le dije a mi esposo: Viejo qué crees, mira lo que me dieron, pero yo no lo pedí, la maestra me dio todo esto", refirió entusiasta mientras trataba de recordar en qué invirtió ese dinero.

En entrevista con Notimex, la cocinera tradicional del poblado de Caltzontzin, en Uruapan, Michoacán, habló del orgullo que le da la herencia que le dejaron su madre y abuela: "Ellas me enseñaron a hacer atapacuas de chilacayote, flor de calabaza y frijol, también aprendí a hacer tortillitas y corundas, y de eso hoy me mantengo; son comidas ricas y que no hacen daño", acotó.

Ataviada con su traje de gala, que sólo utiliza en bodas o festividades importantes, Timotea sonrió al acordarse de sus antepasados, quienes además de enseñarla a cocinar, le inculcaron el amor y respeto por la Madre tierra, así como el valor y la responsabilidad de la cosecha y recolección.

Luego, de repente, cambió su tono de voz, ahora con un toque de solemnidad, para indicar: "Mientras tejo, bueno ahora ya no tanto porque no veo mucho, me acuerdo de mi madre y abuela, también de mí papá y mi hermana, y pienso si...

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