Prende la guitarra de Óscar Chávez

REFORMA / Staff

Una voz y una guitarra pasaron de la consigna política a la amorosa, del huapango a la balada, de himnos politizados a súplicas apasionadas.

Así fue el recital "La Otra Guitarra" de Óscar Chávez, quien se presentó la noche del sábado ante casi 10 mil personas en el Auditorio Nacional.

Camisa color vino, pantalón negro, pelo engomado, el cantautor presentó a su inseparable José González Márquez, con quien inició su carrera en 1964. Ambos, uno con voz, otro con cuerdas, interpretaron canciones del repertorio de sus inicios.

Con percusiones, violín, bajo y chelo, un sexteto de músicos, quienes se denominaron por esa noche Sexteto Caifán, en alusión a la película Caifanes (que actuara Chávez en 1966), inició un sui géneris itinerario de canciones infantiles... esas que, dijo el intérprete, son de consigna.

"Porque antes los niños eran más inteligentes que los de ahora", expresó Chávez.

Siguió entonces "La Ciudad de No Sé Dónde", una ideal que, comentó, no ha conseguido ningún Jefe de Gobierno de la Ciudad de México.

Luego, se dio paso al arpa, la guitarra y el toque huapanguero y bohemio de "Los Morales"; el trío continúo el recital interpretando "Los Soldados de Villa" y "El Jarabe Loco".

Las pantallas mostraron desde el subcomandante Marcos hasta el escritor Juan Rulfo, desde la Virgen de Guadalupe hasta las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez... nunca un político.

"Ya no sé si esto es político", mencionó Chávez, "estar con los zapatistas no es política, es un problema de decencia".

Vino la "Alta Traición", adaptación del poema homónimo de José Emilio Pacheco, y "Hasta Siempre", que el...

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