Premio nacional de jurisprudencia 2016
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Premio Nacional de Jurisprudencia La Barra 57
Premio Nacional de
Jurisprudencia, 2016
PRESENTACIÓN DE RAÚL F. CÁRDENAS RIOSECO
POR LA BARRA MEXICANA, COLEGIO DE ABOGADOS.
CIUDAD DE MÉXICO, 8 DE DICIEMBRE DE 2016.
Cumplo el encargo que se me ha dado, atendiendo
a la doble fuente de mis palabras. Por una parte,
gratitud a la Barra Mexicana. Colegio de Abogados,
y a Raúl F. Cárdenas Rioseco por traerme a esta tribuna. Por la
otra, admiración y respeto a la profesión que exalta el Premio
Nacional de Jurisprudencia: la abogacía.
Cada profesión posee rasgos que le coneren grandeza. Así la
del abogado. Se relaciona con el acceso a la justicia, el “derecho
humano más fundamental” en la sociedad democrática --dice
Mauro Cappelletti--, “que pretende garantizar y no solamente
proclamar los derechos de todos”. Agrego: en este sentido, el
abogado es un servidor de la libertad y la justicia: en la persona
de aquel a quien asiste y representa, lucha por la libertad y la
justicia de todos.
El abogado que hace honor a la palabra empeñada tiende el
puente para acceder a la justicia. La mejor doctrina entiende
que este acceso se halla al amparo del jus cogens. Y adquiere
un tono más intenso, un perl más luminoso cuando se trata de
la defensa penal que alega por los derechos de mayor alcurnia:
la libertad, la seguridad, la integridad, el honor, el patrimonio,
y en ocasiones la vida misma.
El abogado defensor ejerce su encomienda a la luz de una
expectativa trazada por la Constitución de la República y
por el orden internacional de los derechos humanos. Tiene
un estatuto singular. No es apenas representante o asesor.
Concurre --dicen nuestros clásicos: Florian, Guarneri,
Calamandrei-- a integrar la personalidad del imputado en el
proceso. Donde no hay defensor genuino, no hay verdadero
proceso: sólo apariencia, simulacro.
Sergio García Ramírez.
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Ricardo Ríos Ferrer
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