Tradición prehispánica

AutorAlessandro Triacca

Enviado

CATEMACO, Veracruz.- "Sientan las piedras bajo sus pies; inhalen profundamente; exhalen", indica Antonio, líder del ritual, mientras caminamos entre la tupida selva tropical a orillas del lago de Catemaco.

Aquí, en la Reserva Natural Nanciyaga, la ceremonia del temazcal es más que un simple baño de vapor. El propósito, según Antonio, es volver a vincularnos con la naturaleza y purificar cuerpo y espíritu.

El grupo está conformado por alrededor de 15 personas: hombres, mujeres y niños, vestidos sólo con trajes de baño.

Destaca la solemne presencia de Warren: un anciano de barba y piel muy blancas; un nómada alemán que encontró un hogar en esta exuberante región de Veracruz.

Al llegar a un claro entre la selva nos detenemos y entrelazamos las manos para conformar un círculo. Así, con los ojos cerrados, repetimos en voz alta las palabras con las que Antonio solicita a los cuatro puntos cardinales que se nos permita el acceso al temazcal.

La noche se ha ido apoderando de la selva. Bajo los últimos rayos de luz, Antonio y sus ayudantes realizan en nosotros un ritual de purificación utilizando copal y hierbas.

Tras la etapa de preparación, los jóvenes guardianes que asisten a Antonio depositan mediante palas las piedras de tezontle incandescente dentro del temazcal.

"Vamos a realizar un ritual de salud y sumo respeto. Es una experiencia que nos permitirá sanar y desintoxicarnos, volver al vientre materno para después renacer" explica Antonio.

Seguimos sus indicaciones, y uno a uno reptamos dentro de la pequeña...

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