Praga en dos ruedas

AutorJuan Carlos García

ENVIADO

PRAGA.- De cinco a 10 minutos se tarda el viajero en agarrarle la onda al segway para maniobrar con él a placer. Y de una a tres horas recorrer los principales puntos turísticos de Praga montados en este vehículo.

Con el casco bien puesto y las suelas de los zapatos limpiecitas, lo primero es aprender a manejarlo. En el manubrio está el secreto: acelerador, freno, velocidades. Basta con deslizarlo para ir hacia adelante y oprimir un botón para detenerse.

El centro histórico de la capital de la República Checa es tan irregular que, tras un día de caminata, recorrerlo sobre dos ruedas es buena idea. La calle Nerudova, que sí llega a ser como una pendiente con algunas curvas, se convierte en una vía propicia para elevarse en ella sobre este armatoste y llegar hasta el Castillo o a la Catedral de San Vito.

Pega el aire fresco sobre el rostro bajo el sol otoñal al tomar el sendero trazado por el guía, quien insiste en que respetemos las señalizaciones de tránsito y a los peatones. Gente a borbotones camina en el Staré Mesto (La Ciudad Vieja), en Malá Strana (La Ciudad Pequeña) y Josefov (El Barrio Judío).

No está permitido pasar con segway por el famoso Puente de Carlos, pero sí se puede ir por el puente vecino, Manesuv. El tropel de amigos y desconocidos que vamos en fila india es detenido por una luz roja ¿quién se podría resistir a girar sobre su propio eje por unos minutos? La capital más visitada de Europa del Este es como un parque de diversiones, sólo que con un...

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