Pone su límite a amor librero

AutorÁlvaro González

Guadalajara.- Dice que escribe mientras no lee y lee mientras no escribe. Los libros, amantes fieles desde su juventud, han sido parte fundamental de la formación académica y personal de José Rogelio Álvarez, que hoy recibe el premio al Bibliófilo.

A pesar de eso, jamás ha metido algún título a su recámara.

"Nunca cometí el pecado de meter un libro a la recámara. Ahí soy un enamorado, pero de otras artes, no de la lectura, ni de los libros. Generalmente trato de ponerme al día en cuestiones atribuyéndoles más proximidad, cercanía y simpatía. En este momento sobre la mesa de mi repisa hay dos o tres ejemplares de amigos muy queridos: Hugo Gutiérrez Vega y Gonzalo Celorio".

A sus años, afirma que los libros son el mejor remedio contra la soledad y la nostalgia.

"Mi relación con ellos comenzó incluso antes de aprender a leer, con los libros ilustrados que eran como juguetes", recuerda en entrevista.

Álvarez nació en Guadalajara en 1922 y aunque la Guerra Cristera obligó a su familia a trasladarse a Colima, se instaló en el Distrito Federal, donde cursó la carrera de Historia de México en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.

Fue secretario particular del gobernador de Jalisco Agustín Yáñez en 1953 y director de Promoción Económica del Estado de 1953 a 1959.

"He tenido la fortuna de convivir, de ser alumno, amigo y trabajar con personas que se han distinguido por una afición semejante a la mía. Trabajé en la revista Tiempo (como jefe de redacción), bajo la dirección de Martín Luis Guzmán, que ha manejado una de las prosas más limpias del castellano contemporáneo. De él aprendí a usar con...

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