Política Exterior: El nuevo activismo internacional mexicano

AutorJorge Castañeda

La política exterior que el actual gobierno de México está instrumentando responde a un conjunto de nuevas prioridades en la escena internacional a las que nuestra nación debe reaccionar, más temprano que tarde, de la manera más congruente y provechosa posible.

Al poner al día su política exterior, México no pretende simplemente adoptar una postura novedosa per se, sino actualizar sus relaciones con otros Estados y su presencia en el escenario mundial con base en el cambio político inaugurado el 2 de julio de 2000 -es decir, en la legitimidad democrática derivada de las pasadas elecciones- y en las transformaciones que han venido ocurriendo en el sistema internacional.

A partir del fin de la Guerra Fría, un número importante de naciones ha estado debatiendo las características del sistema internacional y el curso que cada una por separado, o en conjunción con otras, debe tomar para confrontar los retos y las oportunidades que se han abierto como resultado del cambio sistémico que se dio con el deshielo bipolar.

Dicho cambio está determinado principalmente por dos tendencias. En primer lugar, está el hecho ostensible de que el sistema bipolar ha dado lugar a un sistema fragmentado y atomizado, en parte como resultado de los conflictos étnicos, religiosos y nacionalistas que estallaron al final de la Guerra Fría. No es del todo claro, además, que el predominio estadounidense en el sistema internacional necesariamente se haya traducido en la conformación de un sistema unipolar, conforme a la acepción tradicional de ese concepto. Y en segundo lugar, por supuesto, ese deus-ex-machina contemporáneo llamado globalización, cuyo principal eje de acción es ya bien conocido: el aumento exponencial en el número, la intensidad y la variedad de los intercambios y contactos internacionales.

Estas dos tendencias se dan a contrapelo de lo que ocurrió durante las cuatro décadas posteriores al fin de la última conflagración mundial. El sistema internacional que surgió a partir de la Segunda Guerra Mundial se desarrolló en el marco de referencia que lo había caracterizado básicamente desde la Paz de Westfalia tres siglos antes: un universo de soberanías -es decir, de países debidamente conformados en los que la primacía recae en el Estado Nación- cuya interacción, si bien cada vez más compleja, era de Estados frente a Estados.

Desde la creación de las Naciones Unidas en 1945, México creyó en la importancia de los principios que daban sustento a este sistema. Se adhirió y se benefició de él, participando y haciéndole con frecuencia aportaciones importantes, entre otras en materia de desarme y codificación del derecho del mar. Seguro de que ésta sería la vía que tomaría la historia, en 1988 México llegó incluso a incorporar al artículo 89 de su Constitución los principios de no intervención y respeto a la soberanía de los Estados, libre determinación de los pueblos, igualdad jurídica de las naciones y resolución pacífica de controversias.

Sin embargo, en las últimas décadas el sistema internacional ha enriquecido y diversificado sus prácticas. Por un lado se ha producido una verdadera explosión de actores no estatales en la escena mundial, transformando el sistema internacional anterior. Por el otro, y en parte como consecuencia de este cambio, hoy las relaciones entre naciones están siendo articuladas, más allá de los principios consagrados en la Carta de las Naciones Unidas, en torno a un nuevo conjunto de reglas y normas. Este se ha venido desarrollando y aplicando como resultado de la interacción entre los gobiernos y las sociedades civiles y sus organizaciones e instituciones multilaterales, la cual está encaminada a satisfacer necesidades y enfrentar retos emanados del perfil que el sistema internacional ha adquirido a raíz del fin de la Guerra Fría.

La caída del sistema internacional bipolar en 1989 ha permitido emprender, ahora sin las limitaciones geopolíticas o ideológicas impuestas por el conflicto Este-Oeste, la conformación de un nuevo sistema de relaciones internacionales basado en reglas y normas de alcance universal, al que se ha denominado "rules-based system". Esto es, reglas derivadas de principios generales y entendidas como enunciados que prescriben una determinada conducta acordada previamente entre dos o más partes, como por ejemplo las reglas que gobiernan las transacciones entre los...

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