Política y delito
Autor | Federico Campbell |
Páginas | 357-361 |
POLÍTICA Y DELITO
A MEDIDA que en México se va desvaneciendo el Estado y van
ocupando su lugar los intereses particulares y de grupo, un libro
como el de Hans Magnus Enzensberger, Política y delito, terminado
de escribir en junio de 1964, invita a una lectura que no es la misma
de 1966, el año en que lo dio a conocer en español la editorial Seix
Barral. No es la misma lectura porque un libro es como el río de
Heráclito: nunca es el mismo cuando lo releemos, aunque sus
verdades ya estaban allí en sus páginas... sólo que no se nos habían
revelado en toda su deslumbrante significación, o mejor dicho: esas
verdades no estaban aún en nosotros, como dice Sciascia.
En cierto modo este libro marcó a una generación, la que empezó
a leerlo hacia mediados de los años sesenta. En su premisa
fundamental, Enzensberger quiere hacernos ver que el crimen y la
política van juntos.
He aquí una de las frases de Política y delito más reiteradamente
citadas en los ensayos políticos de los últimos años: “Entre asesinato
y política existe una dependencia antigua, estrecha y oscura. Dicha
dependencia se halla en los cimientos de todo poder, hasta ahora:
ejerce el poder quien puede dar muerte a los súbditos. El gobernante
es el superviviente”.
En el último tramo de su párrafo, Enzensberger se emparenta con
las reflexiones de Elias Canetti en Masa y poder (“una excelente
fenomenología del poder”, dice HME).
No es que Enzensberger se proponga hacer ver que hay mano
negra detrás de todo acto político. Lo que hace es remitirnos a un
principio de poder elemental, de la misma manera en que existe un
principio de placer o un principio de realidad. Es un punto de
referencia real: el poder habrá de cumplirse indefectiblemente y
habrá de preservarse por encima de todas las cosas, por encima de la
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