DE POLÍTICA Y COSAS PEORES / Vuelos retrasados

AutorCatón

La recámara de don Feblilio era un cuarto menguante. Con eso quiero decir que las facultades amatorias del provecto señor iban disminuyendo cada día. Fue a ver a don Gordolobo, herborista y curandero, y el hombre le recetó una poción afrodisiaca hecha por partes iguales con hierba damiana, hueva de lisa, polvo de piedra bezoar, clorhidrato de yohimbina, raíz de ginseng y cuerno de rinoceronte molido. (¿Para qué tantas cosas, y tan peregrinas? Con un centilitro de las miríficas aguas de Saltillo el lánguido señor habría quedado convertido en viripotente semental). A los pocos días don Feblilio llamó por teléfono al curandero. Le preguntó: "-¿Hay algún antídoto que contrarreste los efectos del fármaco afrodisiaco que me recetó?". El herbolario se sorprendió. "-¿Para qué necesita usted un antídoto? ¿Acaso el elíxir que le di resultó demasiado potente?". "-No -contestó don Feblilio-. Pero mi esposa Pacianita pensó que era gel para el cabello. Ahora trae los pelos todos parados y no se los podemos aplacar"... La maestra exhortó a sus pequeños alumnos, y lo hizo en versos octosílabos: "-De la suerte nunca esperen / ni dinero ni ventura. / Estudien, niños, si quieren / ser dueños de una fortuna". Tras recitar esa cuarteta declaró: "-Los hombres triunfan por sus sesos". Pepito le preguntó a su vecino de banca: "-Si los hombres triunfan por sus ésos, ¿entonces qué caso tiene estudiar?"... Recuerdo con la nostalgia de las buenas cosas idas el tiempo en que las líneas aéreas mexicanas se caracterizaban por su puntualidad. Raro el vuelo que se retrasaba. Ahora, en cambio, es raro el que no sufre demora. En verdad el que sufre no es el vuelo, sino los pasajeros, para quienes los retrasos son causa de toda suerte de inconvenientes y molestias. Las líneas culpan de eso a la saturación del aeropuerto de la Ciudad de México. ¿Será?... Don Algón, salaz ejecutivo, conoció en un hotel de Cancún a una hermosa chica. Entabló conversación con ella so pretexto de preguntarle su opinión sobre los conflictos bélicos del Medio Oriente, y la chica le dijo: "-Vine aquí huyendo de la rutina". Don Algón le hizo la corte asiduamente, pero la bella joven no respondió a sus insinuaciones. Estrechó más el cerco, y ella mantuvo...

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