De política y cosas peores / Virulencia

Jactancio, sujeto presuntuoso, llevaba abierta la bragueta, o sea la portañuela, para mis lectores de América del Sur. Una compañera de oficina se lo hizo notar. Le dice Jactancio, fanfarrón: "¿Alcanzaste a ver a través de la puerta abierta del garaje el grande y poderoso auto que ahí tengo?" "No "responde la chica". Lo único que vi fue un cochecito compacto con dos ruedas desinfladas". (Este Jactancio, fatuo y narcisista, es el mismo que llegó a una farmacia y le pidió al encargado 10 condones. El hombre contó y dijo: "Lo siento, señor. Nada más tengo nueve". "¡Carajo! "exclamó Jactancio con disgusto". ¡Ya me arruinaste la noche!")... Himenia Camafría, madura señorita soltera, le comentó a su amiguita Solicia Sinpitier, célibe otoñal también, como ella: "Fui sola al cine. Y aquello fue terrible. Tuve que cambiar de asiento cuatro veces". Pregunta la señorita Sinpitier: "¿Alguien te molestó?" "Sí "responde Himenia". Al fin"... A mis años "bastantes tengo ya, todos de vida" pocas cosas me asustan. Rarísimas son las veces en que algo me hace decir: "¡Oh!", "¡Ah!" o "¡Uta!". Sin embargo me ha impresionado la virulencia de los mensajes que en la red ha desatado el tweet que la hija de Peña Nieto hizo circular con motivo de las críticas recibidas por el mexiquense a raíz de su desliz en la Feria Internacional del Libro. Esos mensajes, algunos con críticas feroces, otros con burlas despiadadas, tienen como característica común la desmesura. ¡Por Dios, señores! Se trata de una adolescente que no hizo sino salir en defensa de su padre, si ustedes quieren en forma infortunada, repitiendo expresiones que ni siquiera eran suyas, pero que actuó movida por el amor a su papá, sin ningún cálculo de política, guiada sólo por el sentimiento y no por la razón. Es cierto: los conceptos que en esas expresiones se contienen son verdaderamente deplorables, y preocupan por el sentido clasista que revelan, fruto de una condición social de privilegio y de una educación en la que falta toda noción de solidaridad. Pero de eso no es culpable la muchachita, casi niña, a la que ahora...

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