DE POLÍTICA Y COSAS PEORES / Vicios del PRD

AutorCatón

Es una pena ver los extremos a que ha llegado el PRD. Uso esa palabra, "pena", tanto en el sentido de algo que duele como en la acepción de cosa que avergüenza. Muchos mexicanos lamentamos que la izquierda tenga ahora tan pobre representación, y sentimos vergüenza al ver que los pedestres manipuleos perredistas sean parte de nuestra vida nacional. Y, sin embargo, esto era de esperarse. A lo peor que tiene el PRD se ha sumado lo peor que tenía el PRI, y de esa lodosa cohabitación -ah, chingao- derivó lo que estamos viendo con motivo de la elección de dirigente nacional; el patético espectáculo de un partido que vuelve contra sí sus peores vicios: una absoluta falta de ética y una incapacidad total para el ejercicio democrático. Las bajuras que el PRD ha alcanzado se ponen de manifiesto cuando se considera que un perredista de muy reciente cuño, y ciertamente no de los mejores, sino antes bien con fama en artes de marrullería, fue el encargado de conducir esa elección, y de fungir en ella como una especie de árbitro. Inútil resulta, entonces, bordar en torno de zarandajas axiológicas, o invocar los manes de la democracia. Los señores y las señoras que actualmente menean la olla podrida -la podrida olla- perredista sufren un incurable daltonismo político y moral que les impide actuar con apego a la decencia y a las prácticas democráticas. Para ellos no cuenta el bien de la nación, y ni siquiera el de su partido: les interesa sólo el predominio de la tribu a que pertenecen, y su medro personal en términos de dinero y de poder. Hay buenos perredistas, con los ideales de la verdadera izquierda mexicana, pero son arrasados por esta mala ralea que oscurece y degrada la vida política de México. Esperemos el resultado final de la elección, si es que se llega a alguno, y digamos desde ahora que sea quien sea el ganador el PRD seguirá siendo lo mismo que ahora es. O que no es... Pido un minuto para sedar mi conturbado espíritu, lleno de mortificación y pesadumbre después de haber cumplido la triste misión de reseñar una...

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