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De Política y Cosas Peores / Saltillo

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Vincent

Un hombre llegó al Cielo, y como tenía la calidad de VIP (very important person), San Pedro lo invitó a hacer un recorrido por la morada celestial. Traspusieron las perlinas puertas; fueron por los dorados corredores; vieron los coros de los ángeles y arcángeles, serafines y querubines; entraron en las habitaciones de las vírgenes, los mártires y los confesores; visitaron los tronos y las dominaciones; pasaron frente a las almas de los bienaventurados que por su vida buena merecieron estar en la presencia del Señor. Llegaron finalmente a un aposento en donde estaban muchos hombres y mujeres que habían ganado también la eterna beatitud. Pero a diferencia de los demás moradores de la gloria, que andaban todos libres por el Cielo, éstos se hallaban atados, de modo que no podían salir de donde estaban. Preguntó el visitante a San Pedro: "¿Por qué a éstos los tienen así, atados?" Le contestó el apóstol de las llaves: "Es que merecieron estar en el Cielo y disfrutar aquí la dicha perdurable. Pero son de Saltillo, y si no los amarramos se van otra vez para allá"... Reconozco que la narración de este suceso verdadero se antoja un poco exagerada, pero a fuer de cronista escrupuloso tengo que consignarla tal como la registran los archivos. Saltillo, ciudad amada mía, cumple hoy 429 años de existencia. La hicieron hombres de Europa, y naturales. Venían del desierto y se toparon de pronto con un oasis que tenía en el medio un salto de agua pequeñito. De ahí el nombre: Saltillo. Etimología de a dos por cinco, es cierto, pero díganme ustedes otra mejor. Ahora Saltillo es una ciudad moderna y progresista que, sin embargo, nunca renunció a su antiguo señorío y conserva todas las galas de su pasado colonial. Sus hijos la cuidamos, amorosos, y ella se ofrece a quienes la visitan con todos los dones de su hospitalidad magnífica. Dos santos patronos tiene mi ciudad, al fin india y española. El primero es el Señor de la Capilla, un Cristo...

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