De política y cosas peores / Sabiduría

¡Cómo iba a imaginar el reverendo Rocko Fages que alguna vez incurriría en adulterio! Él, que en sus sermones amenazaba siempre con el infierno a quienes se revolcaban -uso sus palabrasen el fango de la pasión carnal: copuladores, abarraganados, libertinos, fornicarios. Efectivamente, el adulterio, a más de estar prohibido por la ley, es objetable desde el punto de vista de la moralidad.

También provoca muchos sufrimientos.

Aun así, hay quienes lo defienden. Alejandro Dumas, padre, solía decir que el matrimonio es una carga tan pesada que se necesitan dos para llevarla, y a veces tres. Benjamin Franklin escribió un curioso dístico, escasamente conocido, en el cual deja traslucir el temor del hombre a ser engañado por su esposa: “You cannot pluck roses without fear of thorns, / nor enjoy a fair wife without danger of horns”. No puedes cortar rosas sin evitar el temor de espinarte, ni gozar de una bella esposa sin el peligro de los cuernos.

En el confesonario el padre Arsilio le preguntó a una de sus feligresas: “¿Le eres fiel a tu marido?”.

Respondió ella muy orgullosa: “Frecuentemente, padre”. Por eso los romanos, que tenían tanto sentido de la realidad, cuando volvían a Roma después de un largo viaje enviaban por delante a un emisario para que le avisara a su mujer que estaba por llegar, a fin de no encontrar a la señora en situación comprometida. Lo mismo hacían los maquinistas de los ferrocarriles de antes: al regresar a casa, sobre todo en la madrugada, hacían sonar el silbato de su locomotora. De ese modo, si su esposa tenía un visitante, éste alcanzaba a salir sin apresuramientos.

Así se evitaban muchas embarazosas situaciones. Eso, digo yo, es tener sabiduría de la vida.

Pero veo que me estoy apartando del relato. El reverendo Rocko Fages, como dije, cayó en insana tentación de carne con la pianista de la iglesia, artista de mucho mérito si se considera que su abundantísimo tetamen le impedía ver el teclado del piano, y entonces debía tocar a ciegas la música de los himnos. Hay unos muy difíciles...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR