DE POLÍTICA Y COSAS PEORES / Presencia necesaria

AutorCatón

Afrodisio Pitongo estaba yogando con una mujer casada cuando llegó el marido. Apresuradamente salió por la ventana, y ahí se puso en el alféizar en situación precaria, pues se hallaba sin ropa y en el noveno piso. Lo vio el esposo y le preguntó: "¿Quién es usted?". Acertó a responder el follador: "Soy un ángel". "¿Ah, sí?-contestó el otro, desafiante-. A ver, vuele". "No puedo", contestó Afrodisio. "¿Por qué?", inquirió el marido. Explicó Pitongo: "Es que todavía soy pichoncito"... Himenia Camafría, madura señorita soltera, vio en la calle a un joven y apuesto boy scout. "Dime -se dirigió a él-. ¿Ya hiciste tu buena obra del día?". "Sí", respondió el muchacho. Inquirió la señorita Himenia sonriendo insinuativamente: "¿Y de la noche?"... El tiempo pasa -eso, y curar heridas del corazón, es lo que el tiempo sabe hacer mejor-, y en mi ciudad, Saltillo, es recordado aún don Severiano García, llamado con cariño el "Chato Severiano". Vivió a mediados del pasado siglo y era maestro del Ateneo Fuente. Positivista de cepa, fincaba todos sus hechos y sus dichos en el sólido cimiento de la realidad. Su modo de razonar -era excelente profesor de Lógica- no admitía réplica. En cierta ocasión una madre de familia fue a reclamarle el hecho de haber reprobado a su hijo en un examen. "No es justo, le dijo con enojo al Chato. "Vamos a ver, señora -contestó él calmadamente-. Supongamos que a su hijo le cae un rayo. ¿Es eso justo?". "Claro que no", respondió en automático la doña. "¡Pero le cae!", remató el Chato con su voz de trueno. Y con eso dio por terminada la reclamación. Hay ahora reclamaciones, razonables y bien razonadas, sobre la Ley de Seguridad Interior que da marco legal a la actuación de las Fuerzas Armadas en tareas de seguridad pública tradicionalmente reservadas a los cuerpos de Policía. Algunos miran en la nueva Ley un asomo de militarismo, y a más de señalar violaciones a la Constitución advierten sobre los riesgos de ampliar la presencia en las calles de los militares. Tales argumentaciones teóricas pueden tener base, y de hecho la tienen, pero la realidad indica que esa presencia es necesaria, tomando en cuenta la creciente fuerza que el crimen organizado va adquiriendo en el País, y la insuficiencia de las corporaciones policiacas locales en la lucha contra la delincuencia, limitadas esas corporaciones muchas veces por la falta de recursos, y aun en ocasiones por complicidad con los criminales. Así las cosas, era urgente normar la...

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