DE POLÍTICA Y COSAS PEORES / Plaza de almas

AutorCatón

"Sí, Dorita; sí". Y Dorita sonreía feliz. Decían de ella que siempre estaba en la luna. No era la loca de la casa: se le consideraba, a lo más, la loquita de la casa. En la Villa de la Misericordia era un amable personaje a quien todos querían bien, lo mismo las internas que las monjas encargadas de cuidarlas. Había quienes opinaban que no estaba loca, ni loquita. Tenía las rarezas de la soledad, sí, pero mostraba buen juicio, y ayudaba a todos en la casa. Extraño lugar ése, mezcla de centro psiquiátrico y asilo. Las mujeres que ahí vivían sin vivir eran todas de buena condición. Quienes las visitaban llegaban en coches elegantes, y traían regalos caros. Dorita era la pobretona de la Villa. Nadie iba a verla; nadie le llevaba flores o presentes. Cada mes las monjas recibían por correo un cheque por la cantidad necesaria para pagar su estancia ahí. Nadie sabía quién lo enviaba, y Dorita menos que todos. Le preguntaban las demás: "¿Quién paga tu pensión, Dorita?" Y respondía ella: "No sé". "Vive en el limbo", decían las otras. Y la monja: "Déjenla. Así vive feliz". ¿Era feliz Dorita? Nadie podría decirlo. Eso de la felicidad es algo muy ambiguo. Un instante somos felices, y el siguiente no. Si me es permitido parodiar una famosa frase diré que la felicidad es un relámpago entre dos abismos. Lo que sí puedo decir es que Dorita vivía contenta. Nunca pedía nada a más de lo que recibía. Jamás participaba en las pequeñas intrigas de la casa, ni se inclinaba por nadie en las mezquinas luchas de poder que sostenían entre sí algunas internas, las de mayor alcurnia o más dinero. Ella iba y venía por la casa, por el jardín, por el salón de juegos, y no se metía con nadie. "Buenos días, madre", a las religiosas. "Buenas tardes, señora", a las internas. "Buenas noches, Inés", a la afanadora. De Dorita se decían cosas. Que estaba recluida por cosas de dinero: un hermano la había llevado ahí con ayuda de abogados para no compartir con ella la herencia de los padres. Cuando le preguntaban eso ella negaba: "Nunca tuve hermanos". "¿Entonces quién te tiene aquí?" "No sé". Y otra vez: "Vive en el limbo". En ocasiones se animaba y contaba una historia...

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