De política y cosas peores / Plaza de almas

Equivocados están los pobrecitos hombres que suponen que ellos escogieron a su esposa. La verdad es que la mujer escoge marido sin que el inocente varón se dé cuenta. Se siente conquistador cuando en verdad es conquistado. Explicaré esa contundente afirmación. Los caminos de Dios son inescrutables, cierto, pero tampoco los caminos de los hombres son fáciles de predecir. Los míos están llenos de sorpresas, tantas que he terminado por aprender a ya no sorprenderme. Casi nunca estoy aquí.No hace mucho tiempo mis andanzas me llevaron a conocer a los ñañús -antiguos otomíes- de Hidalgo, y hace muy poco, en Sonora, por el rumbo de Caborca, conocí a los pápagos. Los pápagos son un amable pueblo, e inteligente, pues tiene siempre la risa a flor de labio, según lo pude comprobar. Hay pápagos mexicanos y pápagos norteamericanos, y los dos pasan de un lado a otro de la frontera como Pedro por su casa. Pápagos puros quedan ya muy pocos, según me fue explicado, pero hay muchos que a pesar de ser mestizos se sienten pápagos por ese oscuro llamado con que la sangre llama. Este pueblo posee un rico vocabulario lleno de voces esdrújulas sonoras: "táguaro", una danza; "riárica", el dinero; "cónari", un jefe; "péchica", el mezquite... Sus costumbres siempre fueron únicas, distintas de las de los otros pueblos indios que llenaban las desérticas planicies de Sonora y Arizona. Entre sus usos había uno muy interesante: el mutilli. Cuando una jovencita llegaba a la edad núbil -11 o 12 años- se le consideraba lista para el matrimonio y los deberes de la maternidad. Su madre daba aviso al cónari de que la niña no era niña ya, sino mujer. Había que buscarle marido a fin de que contribuyera, con su cuota de hijos, a hacer más numerosa la población de pápagos, y más fuerte frente a sus enemigos. El cónari, entonces, anunciaba un mutilli. De todas partes llegaban jóvenes casaderos, y se les permitía visitar a la muchacha. Se presentaba ella ataviada con las lucientes galas con que se ornaban las mujeres de la tribu: falda y blusa de colores chillantes; zarcillos, collares y...

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