De política y cosas peores / Pataleo

AutorCatón

La maestra hablaba del bello tema del amor, y les pidió a los niños que contaran cómo se habían enamorado sus papás. Narró Pepito: "Mi mamá se enamoró perdidamente de mi padre la primera vez que lo vio" "¡Qué emocionante! -se conmovió la maestra-. Y seguramente sigue enamorada de él". "Quién sabe -respondió Pepito-. Nada más esa vez lo vio"... Dulcilí, muchacha ingenua, sin ciencia de la vida, contrajo matrimonio. El flamante esposo advirtió con asombro que su mujercita, tan pronto entró en la suite nupcial, se dirigió a la ventana y se puso a ver atentamente todo lo que sucedía afuera. Le preguntó con ternura: "Amor mío ¿no vas a venir a la cama conmigo?" Respondió ella: "Espera un poco. Mi mamá me dijo que me preparara, porque esta noche pasarían cosas muy interesantes. He estado muy atenta, pero hasta ahora no ha sucedido nada de interés"... El Dr. Ken Hosanna le dijo a Afrodisio Pitongo, su paciente: "Sé que corteja usted a una mujer casada. Eso presenta para usted riesgo de muerte". "¿Por la tensión nerviosa, doctor? -se preocupó Afrodisio-. ¿Puede eso provocarme una cardiopatía?" "No necesariamente -respondió el facultativo con tono de amenaza-. Pero la mujer es mi esposa"... Entre los Derechos del Hombre y del Ciudadano, derechos consagrados universalmente, hay uno muy sagrado: el derecho al pataleo. Todo aquel que ha sufrido una decisión adversa puede inconformarse contra ella, y recurrirla por todos los medios legales y razonables a su alcance. Legales, dije, y puestos en razón, porque incluso el pataleo debe estar sujeto a los dictados del derecho y la racionalidad. Existe también, claro, el derecho natural a la rebelión -de él habló Santo Tomás de Aquino-, pero está sujeto a muchos condicionamientos y premisas para poder ser invocado. Quienes ahora pretenden que la elección presidencial se anule incurren en desmesura, bien lo saben. Quieren echar abajo todo el proceso, pero únicamente en la parte que los perjudica, no en aquella que los beneficia. Todas las evidencias muestran que la elección fue equitativa: a nadie le dio todo, y a ninguno dejó sin nada. Desde luego lo políticamente correcto es hoy por hoy clamar...

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