De política y cosas peores / Paredes

Sem Enthal, viripotente joven, iba en su coche por el campo cuando el vehículo sufrió una avería. Era de noche ya, lo cual no obstaba para que reinase una profunda oscuridad. A lo lejos Sem vio una lucecita (a lo lejos siempre se ve una lucecita), y encaminó sus pasos hacia ella. Era la casa de un granjero. Llamó a la puerta Sem, y salió el hombre. El joven le explicó su predicamento, y le pidió que lo alojara aquella noche. Respondió el dueño de la casa: "Soy viudo con tres hijas núbiles. Si me da usted su palabra de honor de que se portará como un caballero podrá dormir aquí". Sem era hombre de mundo, y sabía que en determinadas ocasiones algunas damas no tienen en muy alta estima al hombre que se comporta como un caballero. Dio su palabra, sin embargo, pues era ya muy noche y reinaba, como dije antes, una profunda oscuridad. Confiado en esa promesa el granjero lo dejó pasar, y le presentó a sus hijas. Las tres muchachas eran lozanas y garridas, además de hermosas. Sem no pudo menos que recordar aquellos versos aprendidos en la secundaria: "Moza tan fermosa / non vi en la frontera...", etcétera. El celoso genitor notó la ignífera mirada de su huésped, y le hizo una advertencia: "Si trata usted de entrar en la alcoba de alguna de mis hijas, ella me gritará: '¡Papá!', y yo acudiré al punto. No iré solo: irá conmigo mi escopeta cuata". Tras esa severa admonición las doncellas ofrecieron al viajero el magro condumio de la casa, y luego todos se fueron a dormir a su respectiva habitación. Se desvistió Sem en la suya, y se acostó. Mientras trataba de conciliar el sueño no podía apartar del pensamiento la imagen de aquellas tres mujeres en flor de edad y de belleza. Ya iba a cerrar los ojos cuando de repente... Pero antes de continuar la narración debo hacer un comentario de política... A estas alturas parece imposible el triunfo de Beatriz Paredes en el Distrito Federal. Error grande cometió el PRI al postularla... Hecho ese breve comentario prosigo mi relato... Se abrió la puerta de la habitación y entró con pasos tácitos la hija mayor del granjero. Sin decir palabra se metió en el lecho del extasiado visitante y le hizo el amor apasionadamente. Luego, tan en silencio como había entrado, salió dejando tras de sí el erótico aroma de su femineidad. Con la dulce...

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