De política y cosas peores / Nueva puerta

AutorCatón

Hoy es el primer día del año. Nada mejor que comenzarlo con una rica taza de café y un hilarante chascarrillo que nos haga esbozar una sonrisa. El cafecito nos dará calor de cuerpo; la historieta pondrá en nuestros espíritus el amable tónico del buen humor. La mejor manera de festejar el Año Nuevo, creo yo, es celebrar haber sobrevivido al que se fue. Dice un refrán muy sabio: "Mientras haya vida hay esperanza". Hagamos de nuestra vida una esperanza para nosotros mismos y para nuestro prójimo, y que esta nueva puerta que se abre, la del 2012, sea el camino que conduzca al logro de nuestros anhelos. Que los sueños que soñamos se vuelvan realidad. Que cada día de este año sea ocasión para dar lo mejor de nosotros mismos a todos aquellos que comparten con nosotros el precioso regalo de vivir. Que aprendamos a encontrar la felicidad en esa suprema forma de la sabiduría que consiste en dar en una sonrisa, en una palabra amable, en una pequeña cortesía, lo mejor de nosotros mismos a los demás... He aquí, ahora, el hilarante chascarrillo... Hubert Hunter, cazador como su nombre y apellido lo proclaman, salió a la cacería del oso en los espesos bosques de Montana. Oyó decir que por las cercanías del lago Fergus, al oeste de Lewistown, merodeaba un oso gigantesco, el más grande y temible de que había memoria. Tenía asolados los contornos aquel enorme grizzly: perros y caballos sucumbían a su ataque, lo mismo que las grandes criaturas de la foresta, como ciervos, alces, y hasta el moose. El lobo cruel y el puma astuto conocieron igualmente su fiereza. Aquel oso era el espanto de gambusinos, cazadores y tramperos. Decidido a acabar con el terrible animal fue Hubert en su busca. Llevaba un rifle Winchester 54, calibre 30-06. Apenas se internó en el bosque cuando avistó al plantígrado. Nervioso, apuntó el cazador y disparó. ¡Horror! ¡Falló el tiro! Sucedió entonces algo inverosímil, nunca antes registrado en los anales de la cacería: el oso se precipitó hacia Hubert, le arrebató el rifle y apuntándole con él lo obligó, por señas, a despojarse de su atavío de cazador de la montaña. Luego "me resisto a contarlo, pero la ética profesional me obliga hacer la narración cabal de este suceso" lo hizo víctima de sus instintos de animal de la montaña, tras de lo cual, añadiendo la burla al...

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