De política y cosas peores / Un nombre

AutorCatón

Lo primero, el nombre. "What's in a name?", preguntó Shakespeare en Romeo y Julieta. ¿Qué hay en un nombre? Hay mucho, y más cuando el nombrado escogió cómo llamarse. El nombre del nuevo Papa es Francisco. No es necesario decir "Francisco Primero", pues no ha habido otro pontífice romano que se llame así. Con decir "el Papa Francisco" es suficiente. Se evita además la relación de ese nombre con el de Francisco I, rey de Francia, aquel gran cínico que dijo: "Todo se ha perdido, menos el honor", siendo que también el honor se había perdido. Interesante es el caso de un jesuita que toma para sí un nombre franciscano. Pertenecen al folclor eclesial las pintorescas malevolencias entre la Compañía y la Seráfica Orden, lo mismo que las antiguas rivalidades de los ignacianos con los dominicos. ¿Cuál es el San Francisco cuyo nombre escogió el Papa? Pienso que es el de Asís, el Poverello, pero hay quienes insinúan que podría ser alguno de los santos jesuitas que llevaron ese nombre: San Francisco Xavier, aquel "divino impaciente" de Pemán, o Francisco de Borja, "el expiador", descendiente ilegítimo del Papa Alejandro VI y del rey Fernando el Católico, sus pecadores bisabuelos. Eso es irrelevante, pues tales santos se llamaron Francisco por el Pobrecito de Asís. En eso estriba la importancia del nombre que tomó para sí el nuevo Pontífice. Con eso, creo, da a entender que será el Papa de los pobres. El actual espíritu jesuita es de pobreza. La orden fundada por el de Loyola ha sido controvertida orden. Por muchos años se ocupó en los reinos de este mundo. Los ignacianos llegaron a ser temibles; se recelaba de ellos, se les atribuían tortuosos maquiavelismos tendientes a ganar dominio temporal. Incluso el Diccionario de la Academia, tan católico, hubo de recoger algunas expresiones derivadas de aquella actitud: "Jesuita: hipócrita, taimado". "Jesuítico: dicho del comportamiento: hipócrita, disimulado". Ese talante hizo que los jesuitas sufrieran inquina y expulsiones. Al paso del tiempo, sin embargo, se operó en el seno de la Compañía una especie de conversión: quienes antes fueron sacerdotes de élite, amigos del poder y de la ostentación -lo proclamaban sus templos, recios y ornamentados a un tiempo-, se volvieron apóstoles de los...

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