DE POLÍTICA Y COSAS PEORES / Medida inhibitoria

AutorCatón

Dos amigas estaban comiendo en un elegante restorán de la Ciudad de México. Se acercó a su mesa un hombre bien vestido y le dijo a una de ellas: "Disculpe usted, señora. Mi esposa, que está allá, vio su bolsa y le gustó bastante. Me pidió que le preguntara dónde la compró". Respondió de buena gana la mujer: "La adquirí esta mañana en la tienda Jodesposso's, que está aquí cerca, a la vuelta de la esquina. Vayan ustedes; tienen otras bolsas parecidas, y del mismo precio". "Si no es indiscreción -volvió a inquirir el hombre- ¿cuánto le costó la bolsa?" Contestó la mujer: "Pagué por ella 22 mil pesos". Se vuelve el señor hacia su esposa y le grita: "¡Vieja! ¡La compró en Nueva York!"... Entre las muchas, muchísimas estupideces que hubimos de sufrir a lo largo del larguísimo proceso electoral que culminó ayer, una de las más grandes y supinas es la llamada ley seca, disposición obsoleta y anacrónica que debería ya desaparecer. Esa medida inhibitoria se justificaba en los pasados tiempos, cuando las elecciones eran señoreadas por políticos cerriles con pistola al cinto, caciques arrabaleros y matones de puñal. Recuerdo un conciso y preciso epigrama de esa época. Lo hizo, si no recuerdo mal, don Luis Calderón Vega. Dice así: "Barbacoa. / Buen pulquito. / Cito plebe. / Plebiscito". Entonces sí era necesario evitar la venta de bebidas alcohólicas en día de elecciones, aunque sospecho que la prevención era tan inútil en esos lejanos días como lo es en éstos. Cerca de mi casa -la de ustedes- hay una tienda de conveniencia. El viernes vi ante ella una fila de más de 20 parroquianos, y a otros que salían llevando ya su copiosa dotación de cervezas o licor. Ciertamente los tiempos han cambiado. La gente no se alcoholiza ya en día de elecciones, pues éstas han dejado de ser las batallas campales del ayer y son ahora jornadas civiles -y civilizadas- generalmente ordenadas y pacíficas. Si alguna violencia se presentó ayer seguramente no se debió al alcohol. La llamada ley seca hace de los ciudadanos una especie de incapaces sujetos a la tutela del Estado y de la autoridad electoral, que siguen aplicando...

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