DE POLÍTICA Y COSAS PEORES / Por la izquierda

AutorCatón

"¡Mal hombre! ¡Infame! ¡Descastado! ¡Miserable! ¡Bribón! ¡Rastrero! ¡Vil!". Todos esos calificativos le espetó doña Macalota a don Chinguetas, su marido, cuando lo sorprendió en el lecho conyugal refocilándose con una espléndida morena cuyas exuberancias anatómicas saltaban a la vista, y más al tacto. Tranquilo, poniendo cara de extrañeza, habló el señor: "¿Por qué me dices esas cosas?". "¿Cómo por qué? -rebufó la airada cónyuge-. ¿Te atreves a traer a mi cama a otra mujer?". Don Chinguetas acentuó más su gesto de confusión: "¿Cuál mujer?" -preguntó volviendo la vista a todas partes. "¿Que cuál mujer dices, infeliz? -clamó doña Macalota en parasismo fúrico-. ¡La que está ahí contigo, desgraciado!". "Aquí no hay ninguna mujer" -repuso con absoluta flema el abarraganado. "¿Cómo te atreves a decir tal cosa, descarado, cínico? -rugió la señora-. ¡Si la estoy viendo con mis propios ojos!". Dijo entonces don Chinguetas con tono de reproche: "Eso es lo que no me gusta de ti, Macalota. Les haces más caso a tus ojos que a mí"... "El camino es por la izquierda, señor Presidente". En cierta ocasión López Mateos visitó la empresa Altos Hornos de México, en Monclova, a fin de inaugurar un nuevo horno. El autobús en que iba el mandatario entró a la planta por un camino que se bifurcaba. Había que dar vuelta hacia la izquierda, y los trabajadores pusieron aquel anuncio cargado de intención política. Por cierto -permítaseme una digresión- antes de la inauguración del dicho horno un ingeniero advirtió a los presentes que en el momento en que el Presidente oprimiera el botón que iba a ponerlo en servicio se produciría una fuerte explosión. No había motivo de alarma, sin embargo; podíamos estar tranquilos; no existía riesgo alguno. Los encargados de la seguridad del mandatario estaban papando moscas -papar significa comer alimentos blandos que no necesitan ser masticados-, y no oyeron la explicación. Apretó el botón López Mateos y se produjo la explosión anunciada. Todos permanecimos en nuestro sitio, menos los guardias presidenciales, que sin acordarse de la persona del Presidente salieron a todo correr para ponerse a salvo. A lo que voy es a decir que en este tiempo el camino ha de ir también por la izquierda. Haciendo a un lado toda demagogia, y sin caer en extremismos populistas, tanto López Obrador como los legisladores pertenecientes a su partido deberán gobernar y legislar en modo que beneficie principalmente a los pobres de México, cuyas deplorables...

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