De política y cosas peores / Las instituciones

AutorCatón

Pepito iba sentado en un carrito tirado por su perro. El pobre can llevaba una cuerda atada a sus atributos de animal macho, aparte de la soga con que tiraba del vehículo. El carrito tenía un letrero: "Patrulla de policía". Un transeúnte vio aquello y le preguntó a Pepito: "¿Para qué es la cuerda que el perro lleva en los testículos?" Respondió el chiquillo: "La estiro cuando quiero que suene la sirena"... El juez le aplicó una severa multa al ebrio que escandalizó en la vía pública. Farfulló el temulento: "Con todo respeto, su señoría, es usted un indejo". Impuso el juzgador: "5 mil pesos más de multa, por insultos a la autoridad". Prosiguió el beodo: "Además es usted un caborón". "5 mil más -prescribió usía-, por desacato al tribunal". Seguidamente le preguntó al borracho: "¿Tiene usted algo que añadir?" Respondió el achispado: "Con esos precios no. Avíseme cuando esté en oferta, para venir a recordarle la mamá"... Rosibel charlaba con Dulciflor. Quiso saber ésta: "¿A dónde fuiste de vacaciones?" Contestó Rosibel: "A San Francisco". "¡Ah! -suspiró la romántica Dulciflor-. Yo fui el año pasado, y dejé mi corazón en San Francisco". "¡Tonta! -le dijo Rosibel-. ¡Lo que yo usé allá me lo traje de regreso!"... Don Algón y don Moneto eran entrañables amigos, y además socios. Todo lo compartían: oficina, automóvil, incluso los favores de Rosibel, la exuberante secretaria que juntos contrataron. Cierto día se presentó un problema grave: la muchacha iba a ser mamá. ¿Cómo saber cuál de los dos era el padre? Hablaron del asunto, y como buenos amigos y socios acordaron compartir la responsabilidad. Se llegó el día en que la chica iba a dar a luz. En la sala de espera de la maternidad los dos amigos y socios aguardaban nerviosamente. Dijo don Algón: "No puedo más. Voy a salir al aire. Si algo sucede me llamas". En efecto, poco después llegó don Moneto, cariacontecido. "¿Malas noticias?" -le preguntó don Algón, alarmado. "Sí -respondió el otro abrazándolo-. Dame el pésame, amigo mío. Rosibel...

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