De política y cosas peores / Imagen empañada

AutorCatón

Don Papandujo había perdido todos los dientes. Sin ellos no podía hablar bien: farfullaba, tartajeaba, y espurriaba con su saliva a los que estaban cerca. Decía: "Esta tarde follo", y sus amigos se admiraban, pero en verdad quería decir: "Esta tarde pollo". Un día fue con un odontólogo, y éste le hizo una placa dental que le quedó muy bien. Esa misma noche decidió sorprender a su esposa con su nueva dentadura. En la oscuridad de la alcoba se acostó a su lado y empezó a castañetear los dientes a la manera de las más consumadas crotalistas -digamos Sonia Amelio o Pilar Rioja-, primero por malagueñas, después por siguiriyas, peteneras y soleares. Despertó la señora con el ruido de aquellas singulares castañuelas y dijo, adormilada: "Ya vete, que no tarda en llegar el chimuelo"... Los terroristas secuestraron un avión lleno de diputados. Amenazan con ir liberándolos uno por uno si sus demandas no son atendidas... Siempre he sentido un santo horror por las matemáticas. Mea culpa. Sé que esa ciencia es, a más de indispensable, bella. A pesar de mi deficiente formación he alcanzado a percibir su perfecta armonía, su exacta completud. Pero me tocó la desgracia de tener malos maestros, de esos que creen ser muy sabios porque reprueban a sus estudiantes -en ocasiones a todo el grupo-, y esa estúpida soberbia me causó un trauma que nunca he superado. Entiendo que sin las matemáticas no se puede vivir, y reconozco que los números están presentes en toda nuestra vida. (O casi, pues sé de momentos deleitosos en que los números no cuentan, al menos hasta donde me he dado cuenta). Soy, sin embargo, un viejo profesor que estuvo 40 años en las aulas, y pienso que aun las matemáticas pueden ser enseñadas en modo ameno e interesante, para no hacer de ellas un tormento que ensombrece la vida de los jóvenes y representa a veces obstáculo insalvable en su desarrollo escolar. Para mostrar tal cosa propongo un problemita que desde luego los matemáticos resolverán al punto, pero que para nosotros los profanos puede resultar interesante. Helo aquí. Juan, Pedro y Antonio tienen, respectivamente, 20, 30 y 40 manzanas. Los tres le fijan a sus manzanas el mismo precio, y sin embargo los tres reciben por la venta la misma...

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