De política y cosas peores / Exitosa promoción

AutorCatón

La joven esposa le dijo a doña Chalina, mujer dada a averiguar las intimidades de la gente: "Mi marido se echa dos diarios". "¿De veras?" -se admiró la cotillera. "Sí -confirmó la muchacha- La Gaceta y El Clarín"... En el bar un escocés vestido con su clásica faldita o kilt le dice al beodo caballero que lo asediaba: "Mi nombre es Jock McCock. Por favor, ya deje de llamarme 'querida'"... El capitán Ahab, del barco ballenero Pequod, contrajo matrimonio con Miss Blubber, perteneciente a la más rancia sociedad de Nantucket Island. La desposada era robusta, bastante entrada en carnes. Al terminar la ceremonia nupcial el marinero Starbuck (de su nombre en la novela Moby-Dick, de Herman Melville, deriva el nombre de la famosa cadena de cafeterías) le dijo lleno de inquietud: "Su novia es gorda, capitán, y bastante panzona, dicho sea con el mayor respeto. ¿No tendrá usted problemas para consumar el matrimonio?" Respondió Ahab: "No lo creo. Tengo 20 años arponeando ballenas"... El Buen Fin es tan bueno que nunca tendrá fin. La idea primigenia de la exitosa promoción partió de un saltillense: Jorge Dávila, empresario de los que con su trabajo crean trabajos. Muy denostada es en México esa especie, la de los hombres de empresa. A todos por igual se les llama "ricos", y la riqueza, que en las naciones avanzadas es vista como la justa recompensa que recibe quien trabaja, en los países más atrasaditos es considerada pecado mortal o culpa grave. Al dinero se le llama "el estiércol del diablo", aunque algunos que predican en su contra quisieran estar sumidos en él por lo menos hasta el cuello. De esa dogmática y maniquea concepción, que comparten los escasos marxistas que aún quedan y algunos curas en búsqueda de premios internacionales, derivaron los lamentosos vituperios causados por la entrega de la Medalla Belisario Domínguez a Alberto Baillères. Yo digo que sólo su labor al frente de esa notable obra educativa que es el ITAM habría justificado la entrega de tal medalla, a la cual por mi cuenta añado yo tres medallitas: una de San Juan Bautista de la Salle, otra de San Juan Bosco, y la tercera de San Marcelino Champagnat, todos ellos insignes educadores...

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