DE POLÍTICA Y COSAS PEORES / Epigrama

AutorCatón

A la prima Celia Rima, versificadora de afición, se le ocurrió un epigrama a propósito del último Informe del Presidente Calderón. Los cuatro lapidarios versos de esa tremenda redondilla son mi comentario político de hoy. He aquí el epigrama: "Con saldo tan sanguinario / y mortandad tan enorme / ése no será un Informe: / más bien será un obituario"... Don Cipriano Briones Puebla, "Tata Nicho", maestro mío de periodismo, decía que el buen epigrama debe morder y arrancar el pedazo. El de la prima cumple sobradamente esa exigencia. A fin de atemperar el sobresalto que el supradicho texto debe haber causado a la República narraré a continuación una serie de inanes chascarrillos que quizá le den sosiego... Don Glebo, añoso labrador, tenía una mula vieja y una vieja mula. Cierto día la primera le propinó una fuerte coz a la segunda, a consecuencia de lo cual la mujer pasó a mejor vida e hizo mejor también la de su esposo. Debemos vivir nuestra vida en tal manera que nuestra muerte sea motivo de tristeza para quienes nos rodean, no de alivio, y aún de oculto gozo. Una cierta señora de Arteaga, hermosa villa cercana a mi ciudad Saltillo, le decía a su esposo, sujeto que no sólo la trataba mal, sino que también la maltrataba: "Ni creas que te voy a llorar cuando te mueras. Del puro gusto ese día me pondré el vestido rojo, me compraré un costal de naranjas y me sentaré a comérmelas afuera de la casa". ¡Ni siquiera el obligado luto de los nueve días le iba a guardar al hombre la resentida esposa! Bien merecido se lo tenía el barbaján. Pero veo que me estoy apartando del relato. Vuelvo a él. La noche que velaron a la esposa de don Glebo alguien advirtió que las mujeres se le acercaban al viudo, y él les decía que sí con la cabeza, en tanto que a los hombres les decía que no. Alguien le preguntó a qué se debía eso. Respondió el labrador: "Todas las mujeres me decían que mi señora se veía muy bien con su vestido negro. Y todos los hombres me preguntaban si la mula estaba en venta"... Babalucas solía ponerle gasolina a su automóvil en una gasolinera cuyo dueño ofrecía a sus clientes una noche de sexo gratis si adivinaban el número, del 1 al 10, que él estaba pensando. Le contó eso a un amigo, y le dijo: "Nunca he podido adivinar el número". "Claro que no -se rió el amigo-. Digas el número que...

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