DE POLÍTICA Y COSAS PEORES / Enciclopedias

AutorCatón

En la clase de catecismo el Padre Arsilio le preguntó a Rosilita: "¿A dónde te gustaría ir, buena niña? ¿Al cielo o al infierno?''. "La verdad, Padre -contestó muy seria la pequeña-, después de todo lo que he oído tengo curiosidad por conocer ambos lugares''... Don Martiriano, marido oprimido por su mujer, doña Jodoncia, llamó por teléfono al doctor. "Mi esposa se dislocó la mandíbula -le dijo-, y no puede hablar. ¿Podría usted atenderla ahora mismo? Ella no quiere ver a ningún otro médico''. "Lo siento -respondió el galeno-. Ahora no tengo citas''. "Muy bien -dice don Martiriano-. ¿Puedo decirle que la atenderá, digamos, allá por noviembre?''... En la oficina de la dirección del glorioso Ateneo Fuente, centenaria institución de mi ciudad, Saltillo, estaba la gran Enciclopedia Espasa en sus más de un centenar de grandes y gruesos tomos. Era director del Colegio don José García Rodríguez, maestro venerable, como el de la "Juvenilia" de Miguel Cané, poeta autor de los mejores sonetos que en Coahuila se han escrito, y al mismo tiempo prócer cívico, pues fue de los primeros que desconocieron al Gobierno espurio de Victoriano Huerta. Otro insigne y querido ateneísta, el Lic. Severiano García, llamado "El Chato" por sus estudiantes, profesaba la cátedra de Lógica, y sentía gran respeto por aquella enciclopedia. En sus páginas, solía decir, estaba todo el conocimiento humano. Cierto día un joven catedrático de nuevo ingreso, a quien para efectos de esta narración llamaremos Fulano, se atrevió a contradecir al "Chato". "La Enciclopedia Espasa -declaró con suficiencia- no es tan perfecta como dice usted, maestro. Yo busqué en ella una palabra de uso muy común, y no la hallé". "¿Qué palabra es ésa?" -se amoscó don Severiano. "Barómetro" -replicó, seguro, el neófito-. "Seguramente la enciclopedia la registra" -acotó el Lic. García-. "No, maestro -repitió el otro-. Mire". Y así diciendo se puso de rodillas para sacar de la parte del anaquel el tomo correspondiente a la letra ve corta. Y es que el muchacho pensaba que la palabra "barómetro" se escribía con v. "¡Ya se hincó Fulano!" -exclamó, burlón, el "Chato"-. Desde entonces esa frase: "¡Ya se hincó Fulano!", se usó en el Ateneo para señalar al que caía en evidente error. Están desapareciendo las...

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