De política y cosas peores / Disyuntiva

La muchacha: "Papá: perdí mi virginidad". El señor, sin levantar la vista de su iPad: "¿Buscaste abajo de la cama?"... Babalucas, a un señor: "¿Es usted italiano?" El señor: "Sí". Y Babalucas, con una gran sonrisa: "¡Ah! ¡Aloha!"... Don Algón, hombre de empresa y pilar de su comunidad, conoció en el bar de cierto hotel de lujo a una atractiva call girl, que así se llaman las meretrices caras. La invitó a tomar una copa, y la mujer pidió una botella de champaña del más caro. Luego le propuso que fuera con él a su habitación, a lo cual respondió la fémina: "Enchantée". Cuando iban en el elevador se arrepentía don Algón en su interior de haber establecido trato con aquella elegantísima pendona. Llevaba la hetaira un vestido en el cual el ejecutivo reconoció el clásico estilo de Chanel; lucía calzado de Tibi, bolso de Vuitton, e inconfundible joyería de Tiffany. Don Algón se inquietó más cuando la mujer le dijo que no sólo era dueña de una villa en la Toscana, sino también de una casa en Saltillo, lujo que en ocasiones no se pueden dar ni siquiera quienes poseen alguna rica propiedad en aquella famosa región italiana. Azarado se preguntaba don Algón cuánto le iría a cobrar por sus servicios aquella dinerosa suripanta. Venciendo sus temores, el pilar de su comunidad llevó a cabo el trato erótico. Omito describir los detalles de su realización, pues no soy dado a meterme en lo que las parejas hacen en la alcoba. Eso lo dejo para algunos profesionales de la religión, que no juegan el juego, pero pretenden imponer las reglas. El caso es que al terminar el concúbito don Algón, con voz un poco temblorosa, le preguntó a la empingorotada cortesana: "¿Cuánto te debo, linda?". "Son 100 pesos" -respondió ella con naturalidad. "¿100 pesos?" -repitió vacilante el empresario, que creyó no haber oído bien. "Sí, 100 pesos -confirmó ella-. Me los puede usted dar en dos billetes de 50, cinco de 20, o diez monedas de 10 pesos. También acepto dólares, euros, tarjetas de crédito, cheques de viajero y IOUs". Sin poder dar crédito a su buena fortuna don Algón sacó de su cartera un billete de 100 pesos y se lo dio a la mesalina. Le dijo: "Si no es indiscreción, preciosa, ¿cómo puedes vestir tan bien; lucir todas esas joyas, y tener casa en Saltillo, si...

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