DE POLÍTICA Y COSAS PEORES / Cuaresma opaca

AutorCatón

Doña Gorgolota le hizo una confidencia a una amiga: su esposo, don Languidio, estaba recibiendo inyecciones de glándula de mono para aumentar su potencia viril. Preguntó con interés la amiga: "-Y ¿le están dando resultado esas inyecciones?". "-No lo sé todavía -contestó doña Gorgolota-. Lo sabré cuando deje de comer plátanos y columpiarse del candil"... Los nietos llevaron a su abuelita a conocer Las Vegas. La ancianita era de costumbres austeras, pero a pesar de eso aceptó ir a un casino, y hasta apostó un dólar en la ruleta. Ganó, y el encargado le dio 10 dólares en fichas. Las recibió la viejecita, y en seguida le dijo con severidad al croupier: "-A ver si esto le sirve de lección para dejar el juego, jovencito"... Llegó la señora al domicilio conyugal, y sorprendió a su casquivano esposo en estrecho abrazo de coición adulterina con la joven criadita de la casa. "-¡Te me largas!" -profirió la mujer hecha una furia. "-Sí, señora" -musitó, humilde, la muchacha. "-¡A ti no te lo estoy diciendo! -precisó la señora-. ¡Tú te quedas; se larga él!"... Florisela, jovencita adolescente, se compró un vestido en una tienda. Al rato llegó de nuevo al establecimiento. Le dice a la encargada: "-A mis papás les gustó el vestido. ¿Lo puedo cambiar?"... En otros tiempos la Cuaresma era realmente opaca, como escribió López Velarde en su bellísimo poema. Viví los días en que la gente dejaba de ir al cine en la temporada cuaresmal, y hasta apagaba el radio en la semana que todavía se llamaba Santa. En las iglesias y las casas las imágenes religiosas se cubrían con un lienzo morado, y se tapaban con lienzos los espejos, pues eran imagen de la vanidad. La gente acudía, toda, a las funciones religiosas: el pésame a la Virgen; el sermón de las Siete Palabras; la visita a las siete casas; las oraciones ante el Santo Entierro; el Vía Crucis; las procesiones con Jesús crucificado. Ahora ya no se ve la misma religiosidad. Algunos dirán que eso es para bien, otros que para mal; pero lo cierto es que los tiempos han cambiado. Es una pena, digo yo desde el rincón de mi nostalgia. Sin Viernes de Pasión no puede haber Sábado de Gloria, ni gozoso Domingo de Resurrección. Aquel catolicismo de antes, que López Velarde nombraba "de Pedro el Ermitaño", tenía para toda tristeza una alegría, y un bálsamo para cualquier dolor. Los...

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