DE POLÍTICA Y COSAS PEORES / Control sindical

La curvilínea chica se quitó la blusa y la falda. "Muy bien, muy bien" -aprobó el hombre de la oficina. Seguidamente la muchacha se despojó del brassiere, sostén, corpiño, almilla o sujetador. "¡Fantástico!" -exclamó el individuo. Luego la hermosa fémina se bajó la diminuta braga, bikini, pantaleta o calzón. "¡Extraordinario! -aplaudió el hombre-. Ahora, señorita, por favor póngase los lentes". Ella, desconcertada, preguntó: "¿Cree usted que así me veré más sexy?". "No -respondió el tipo-. Pero así verá que ésta es una oficina de bienes raíces. La compañía de cine porno está en el piso dos"... Un lector pidió en la biblioteca pública un libro llamado "El matrimonio perfecto". Le indicó la bibliotecaria: "Busque en el estante de ficción"... La esposa de Babalucas tuvo gemelitos. El badulaque le preguntó con enojo: "¿De quién es el otro?"... El abogado defensor cuestionó al médico forense: "¿Cuántas autopsias ha hecho usted en cadáveres?". Sin vacilar respondió el interrogado: "Todas"... La esposa de Edison le dijo: "Ya sé que tú inventaste el foco. Pero insisto en hacerlo con la luz apagada"... En la calle una perrita le aconsejó a otra: "No dejes que se te acerque ese perro. Siempre trae la nariz fría"... Un señor le pidió al despachador de la gasolinera que le pusiera aire a una llanta de su coche. El hombre cumplió el encargo, y luego le dijo al conductor: "Son 50 pesos". "¿50 pesos por ponerle aire a una llanta?" -clamó indignado el otro. Respondió el de la gasolinera: "Es por la inflación"... Rosilita y Pepito tenían 3 añitos de edad. La pequeña vio a su amiguito en el momento en que hacía pipí. "¡Mira! -exclamó muy admirada-. ¡Qué práctico!"... Himenia Camafría, madura señorita soltera, hacía un viaje en tren. Frente a ella iba un caballero que peinaba canas. Ya se sabe que las canas dan a los hombres un aspecto sumamente interesante, a más de mostrar su experiencia en las cosas de la vida. Así, la señorita Himenia quiso llamar la atención de su atractivo compañero. Sacó de su bolso un pañuelito de batista y fingió limpiarse con él un ojo. Le dijo al caballero: "Parece que me entró en el ojo un carboncillo de la máquina". "Madame -le dijo el hombre-. El tren en el que vamos es eléctrico". "Ah -replica la señorita Himenia-. Entonces me debe...

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