DE POLÍTICA Y COSAS PEORES / Comercio legal

AutorCatón

Don Algón, salaz ejecutivo, invitó a Rosibel, su linda secretaria, a pasar un fin de semana con él en su bungalow de playa. Le prometió: "La vamos a pasar muy bien". "Iré con mucho gusto -aceptó la curvilínea joven-, y llevaré a mi novio". "¿Tu novio? -se atufó el senescente galán-. ¿Para qué llevas a tu novio?" Contestó Rosibel: "La esposa de usted también tiene derecho a pasarla bien"... El teniente Columbino, famoso detective, llegó a la escena del crimen. Un hombre yacía sin vida en la tina de baño llena de leche y hojuelas de maíz. Sólo un vistazo necesitó el sabueso para dar con la clave del delito. "No cabe duda -dijo-. Estamos en presencia de un asesino cereal". (Caón, un chiste más como ése y mis cuatro lectores quedarán reducidos a dos)... A estas alturas -o bajuras- hasta el más necio de los necios debería saber ya que el combate contra las drogas es imposible de ganar. El narcotráfico, si me es permitida una analogía inédita, es como la mitológica hidra de siete cabezas, cada una de las cuales renacía cuando se la cortaban. Hércules, a quien sus amigos le hacían bullying porque su mamá lo llamaba con el diminutivo, le cortó al monstruo (quiero decir a la hidra) todas las cabezas a la vez, con lo cual evitó que siguiera jodiendo a los humanos. Este tal Hércules, dicho sea entre paréntesis, es el antecedente helénico de la muchacha danesa, quizá el primer travesti que aparece mencionado en la literatura fantástica. El héroe, ya se sabe, tenía una fuerza descomunal. Cuando era bebé ahogó en la cuna entre sus hercúleos brazos a dos serpientes giganteas, y una noche que Juno, la madre superiora de los dioses, lo estaba amamantando le dio en la teta un apretón tan fuerte que el chorro de leche llegó al cielo. Así nació la Vía Láctea. Hércules, ya adulto, se enamoró de Onfalia, reina de Lidia, y de tal manera se le rindió que la aviesa fémina hizo de él un mequetrefe del cual se burlaba a la vista de todos. Llegó al extremo de hacer que se vistiera de mujer y desempeñara en la casa tareas mujeriles. ¡Pobre Hércules! No es lo mismo caer en los brazos de una mujer que caer en sus manos. Pero...

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