De política y cosas peores / Autonomía del IPN

Don Recesvindo, soltero contumaz, tenía un perro al que dio un nombre tradicional: Fido. El caniche no sólo era muy listo: era también animalito honrado. Todas las tardes su dueño le colgaba un canastillo al cuello y lo enviaba a la panadería a traer el pan de la merienda. En el canastillo ponía don Recesvindo la cantidad exacta para pagar lo que solía merendar con el chocolate: dos panes de esos que en unas partes se llaman "conchas" y en otras se denominan "bombas" o "volcanes". El panadero conocía los gustos de su cliente, y tras recoger el dinero del canastillo ponía en él una concha de vainilla y otra de chocolate. Pese a la sabrosura de los panes jamás se supo que Fido se comiera alguno, aunque tuviera hambre. Por eso me duele decir que el animalito tenía esa honradez a la cual don Jacinto Benavente llamaba "de la cerradura". En efecto, la cerradura guarda con fidelidad la puerta hasta que alguien llega con la llave adecuada. Entonces la cerradura cede, como cede la honestidad de algunos hombres cuando alguien les toca el punto débil. Sucedió que una tarde don Recesvindo no tenía moneda fraccionaria para pagar el pan. Puso entonces en el canastillo un billete de 100 pesos, sabedor de que el tahonero se cobraría las conchas y le devolvería el correspondiente cambio, vuelta o feria. Fue pues el perrito a la panadería, y don Recesvindo se aplicó a hacer su cotidiano soconusco, pues nunca tardaba Fido en regresar. Se extrañó mucho el solterón cuando el perrito se demoró ese día más que de costumbre. Lo esperó 5 minutos, 10, un cuarto de hora, y del can ni sus luces. Don Recesvindo, inquieto, fue a buscarlo. Cuando llegó a la panadería se quedó estupefacto: en la acera del frente estaba Fido follando vigorosamente con una finísima perrita de la raza poodle. "Pero, Fido -le dijo consternado-. Nunca habría esperado de tu persona una conducta así, tan reprensible. ¿Por qué haces esto, y en plena vía pública?" Para asombro del solterón le contestó el perrito sin dejar de hacer lo que estaba haciendo: "Perdóneme, don Reces. Siempre había tenido la gana, pero nunca había tenido la lana"... (Nota aclaratoria: cuando digo que la perrita era de la raza poodle no pretendo en modo alguno...

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