De política y cosas peores / Agradecimientos

Expresar lo que se cree, lo que se siente, puede ser tremendamente subjetivo, porque se escribe más con el sentimiento que con el pensamiento.

Estoy empezando a sospechar que tengo más de cuatro lectores. Con motivo del artículo que publiqué el sábado último, en el cual reiteré mi afecto por Humberto Moreira, amigo de años, y mi solidaridad con él y con su familia en la hora difícil que ahora viven, recibí en mi correo casi 300 mensajes. La mayoría, debo decirlo, son contrarios a mi posición, pero todos están redactados en forma comedida, y aun amable. Muchos empiezan diciendo: "Con el respeto que usted se merece...". Solamente uno de esos correos fue injurioso -¡uno entre tantos!-, y me hizo sentir pena por haber sido causa de que un prójimo mío atentara de ese modo no contra mí, sino contra su condición humana. Los más de los firmantes me reprocharon mi falta de objetividad. He dicho siempre, y lo reiteré en ese texto, que escribo más con el sentimiento que con el pensamiento. No soy objetivo, y nunca lo seré. Ni la teoría del periodismo ni la ética de la profesión me obligan a la objetividad. Soy editorialista, no reportero ni entrevistador. En tal carácter puedo expresar lo que creo, lo que siento, aunque al hacerlo sea tremendamente subjetivo. Admiro a quienes son portadores de la verdad: yo sólo digo mi verdad. En todo lo que escribo se me hallará de cuerpo y alma presentes. Ahí estoy yo. Ahí soy yo. Con todos mis defectos y mis fallas soy leal a mí mismo: si no lo fuera no podría ser leal a mis lectores. Celebro mis coincidencias con ellos, pero les faltaría al respeto si escribiese para adularlos, pensando en no disgustarlos. No temo ir contra la corriente, ni me ofendo si me dicen que soy defensor de causas perdidas. Por eso agradecí el mensaje de Homero E.: "... Recuerdo cuando en tiempos estudiantiles lo iba a escuchar en sus sabrosas pláticas en el Tec de Monterrey, y no olvido que elogió mi 'paciencia de coleccionista' al autografiar una de las tantas libretas llenas con sus invaluables Miradores. Acabo de leer sus palabras sobre Humberto Moreira, y una vez más me sorprende usted con su forma de ser. Cuando lo más lógico y dable al ser humano es hacer leña del árbol caído, usted no sólo no lo...

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