De política y cosas peores

AutorCatón

"Tengo un lío de faldas 'apá" -le informó el muchacho a su padre, vigoroso ranchero del norte. "¡Ése es m'hijo! -exclamó con orgullo el genitor atusándose el bigote-. Dígame qué lío de faldas tiene, p'ayudarlo a salir de él". Contestó el muchacho con aflautada voz: "No sé si ponerme la azul o la amarilla"... El juez reprendió al reo. Le dijo: "Durante 60 años llevó usted una vida ejemplar: buen ciudadano; hombre trabajador, excelente esposo y padre de familia. Luego, de repente, se volvió contrabandista, destilador de licores ilegales, bandolero de camino real, asaltante de trenes y de bancos, violador de mujeres... ¿Por qué?" "Señor juez -explicó el individuo-, es que empecé a escribir mis memorias, y estaban muy aburridas"... Doña Tebaida Tridua, presidenta ad vitam interina de la Pía Sociedad de Sociedades Pías, me negó el permiso que le solicité para narrar en este espacio, el próximo 31 de diciembre, "Los Tres Chistes más Pelados del Año". Porfiaré, sin embargo, y haré al respecto una segunda instancia. Ciertamente esos tres cuentos son en extremo sicalípticos, pero ¿de qué sirve la libertad cuando no es libre?... Se hablaba de martirios, y un cierto amigo mío declaró: "Yo sé mucho de mártires. Tengo una en casa". En efecto, hemos de ser muy cuidadosos cuando de mártires y de martirios se hable. El mártir prueba con su sacrificio que no es un cobarde, pero no siempre prueba que no es un tonto. Bernard Shaw, dueño del sabroso realismo cínico de los irlandeses -lo tuvo también Wilde-, escribió que el martirio es el único modo por cual alguien que no tiene ningún otro mérito puede alcanzar notoriedad. Fue Wilde quien dijo que una doctrina no es necesariamente verdadera o valiosa sólo porque alguien murió por ella. Todos los credos, aun los más absurdos, y todas las ideologías, hasta las más perversas, han tenido mártires. El nazismo hitleriano tuvo el suyo en la persona de Horst Wessel. Para numerosos creyentes, los hombres que destruyeron las Torres Gemelas de Nueva York y causaron la muerte de millares de inocentes son mártires de la verdadera fe. Cabe aquí la sabiduría de San Agustín, gran pecador, y quizá por eso gran sabio. Postuló: "Martyrem non facit poena, sed causa". Lo que hace al mártir no...

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