De política y cosas peores / Un estado más

AutorCatón

El torvo individuo le salió al paso a la linda chica en un oscuro callejón y pretendió obtener por fuerza lo que sólo de grado suele dar una mujer, y a veces -sobre todo en el matrimonio- ni de grado. Sucedió que la linda chica no sólo era linda: había estudiado también artes marciales. Le aplicó al torvo individuo una llave de jiu jitsu que lo hizo morder el polvo y algunas otras cosas que entre el polvo había. Luego lo arrojó contra la pared con un hábil lance de judo. A continuación le propinó varios golpes de karate y tres o cuatro de boxeo que le echaron afuera varios dientes, le amorataron los dos ojos y lo hicieron sangrar profusamente por boca, oídos y nariz. Se disponía la muchacha a asestarle al torvo individuo algunos golpes de kung fu cuando desde el suelo le dijo el lacerado individuo con tono gemebundo: "¿Qué no va a llamar a la policía?"... Don Chinguetas exponía en una fiesta sus teorías sobre el matrimonio y las mujeres. Dijo con altanería: "Los hombres deberíamos tener el derecho de cambiar cada año de mujer, así como cada año podemos cambiar de automóvil". Su esposa doña Macalota, cansada ya de los desplantes de su cónyuge, le dijo: "¿Tú para qué quieres cambiar, Chinguetas? Ya hace mucho tiempo que ni manejas"... Don Tapiano era algo sordo. Iba en su bicicleta y se encontró a un amigo. Éste le preguntó: "¿Cómo está tu esposa Cheta?" Don Tapiano creyó oír que el amigo le preguntaba por su bicicleta, y respondió: "Está muy mal. La presté y me la devolvieron ponchada y con el asiento abollado"... Solsticia, muchacha ya no tan muchacha, les contó a sus amigas: "Mi nuevo jefe es joven y guapo. Me paso todo el día corriendo alrededor del escritorio". "¡Qué problema!" -dijo una de ellas. "Sí -confirmó Solsticia-. Nunca lo puedo alcanzar"... Llegó don Cornilio a su casa, y en ella no estaba su mujer. Fue con la vecina y le preguntó: "¿Viste si mi esposa salió de compras?" "La vi salir -respondió ella-, pero por la forma en que iba pintada y vestida se me hace que más bien iba de ventas"... El Distrito Federal ya es demasiado grande para ser simplemente un distrito federal. Pienso que están en la razón quienes afirman que debería ser un estado más de la Unión, con soberanía, Constitución local, y todas las demás notas anejas a un estado de la República. Eso no está reñido con la idea de que los poderes de la Unión tengan, como necesariamente deben tener, su propia sede. Los habitantes del DF han ido conquistando paulatinamente...

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