De Política y Cosas Peores/ Irritación social

AutorCatón

Tuve la desgracia de ganar un concurso de oratoria cuando cursaba estudios de bachillerato. Me quedó desde entonces una maca: la grandilocuencia. Igual que la cabra tira al monte yo derivo sin darme cuenta hacia el rimbombo. Soy de aquéllos que dicen: "Es una mera ave canora con la región glútea hipertrofiada", pudiendo decir sencillamente: "Es puro pájaro nalgón". En vano leo a los maestros viejos -Miró, Azorín, y antes el padre Ribadeneyra, Gracián, Balmes, y más antes aún Séneca- para coger el tono de la sobriedad: acabo siempre en lo ampuloso, rimbombante, grandilocuente, hiperbólico, altitonante y sonoroso. No escucho las lecciones que a través de Mairena dio Machado, y digo "rúa" en vez de "calle". En ese tono declamatorio manifiesto ahora que un espectro se cierne sobre México. (¿Lo ven? La sola escritura de esa frase me provocó una súbita piloroptosis, descenso espasmódico de la porción estomacal pilórica. Qué feo se siente.) ¿Cuál espectro es ése? La irritación social que la pobreza trae consigo. Los mexicanos pobres -los pobres mexicanos- tienen una capacidad de resistencia heredada de sus mayores, si de mayores se puede hablar en el caso de los pobres. Algo hay en ellos del seco estoicismo de su raza. (¿Lo ven? Rimbombante otra vez.) Pero esa abnegación, esa conformidad sumisa, no dura para siempre. Se acaba de pronto, y surge entonces la violencia como expresión de una injusticia que nadie se cuidó de remediar. Males diversos nos amenazan ahora. Aún no hemos sentido todos los efectos de la situación que se vive en el país del norte, coloso asediado y por lo tanto nervioso y preocupado sólo de sí mismo. En el interior tenemos un Gobierno cuyas muy buenas intenciones no corren al parejo con su oficio y su sabiduría política. Ayer supimos de sucesos acaecidos en Argentina -país rico si los hay, con habitantes...

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