De Política y Cosas Peores/ La educación

Un cura y un rabino fueron a una pelea de box en Las Vegas. Sonó la campana del primer round y uno de los boxeadores -mexicano él- se persignó antes de ir al centro del ring para empezar el match. Pregunta el rabino: "¿Le sirve de algo eso?" Contesta el cura: "Ni madre si no sabe pelear". Es cierto. A Dios rogando y con el mazo dando. La fe sin obras está muerta. Para salvarse de los perros bravos el padre Jáuregui, inolvidable sacerdote de mi tierra, recomendaba la oración con piedras. Digo todo esto como preámbulo a una reflexión. El ser y el deber ser casi nunca están en buenos términos. Generalmente hay un abismo entre ambos, tan hondo como el que media entre la realidad y el sueño. Las cosas son como son -verdad de Perogrullo- y poco se asemejan al modelo de lo que deberían ser. Quizá por eso el buen padre Ripalda aconsejaba hacer todos los días un muy severo examen de conciencia, y luego un propósito firmísimo de enmienda: así soy; así debo ser. Pues bien, en la reunión donde se firmó el Compromiso Social por la Calidad de la Educación estuvieron presentes tanto el ser como el deber ser. El ideal estuvo representado por Reyes Tamez Guerra, secretario de Educación Pública. La voz de la realidad se escuchó en labios de Enrique Martínez y Martínez, gobernador de Coahuila, quien habló en nombre de quienes gobiernan los estados del país. Sólo Reyes Tamez pudo haber conseguido reunir a tantas y tan diversas partes en un compromiso tan serio como éste. Sus cualidades de conciliador, su mesura, su perseverancia, rindieron este importante fruto. Lograr la aceptación de un Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación -equivalente al examen de conciencia- fue abrir muros de resistencia que parecían inexpugnables. El Compromiso Social por la Calidad de la Educación -el propósito firmísimo de enmienda- irá más allá de los...

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