DE POLÍTICA Y COSAS PEORES / Alejandro Solalinde

AutorCatón

Don Cornulio llegó a su casa inesperadamente y sorprendió a su esposa en la cama, sin nada de ropa encima y respirando con agitación. La señora se puso muy nerviosa al ver a su marido, y más cuando advirtió que se dirigía al clóset donde guardaba su ropa. "¿A dónde vas, Cornulio?" -le preguntó apurada. "Ya lo ves -respondió él-. A mi clóset, a colgar el saco". "¡No abras ese clóset, desdichado!" -clamó la mujer llena de angustia. Demasiado tarde: don Cornulio lo había abierto ya. ¿Qué vio en su interior? Además de sus palos de golf, su bola de boliche, su raqueta de tenis, su red para cazar mariposas, su gorra de los Indios de Cleveland y los tomos de la Enciclopedia Británica que no habían cabido en el librero, vio también a un hombre en cueros. Se vuelve don Cornulio hacia su esposa y le reclama con enojo: "¿Cuántas veces te he dicho que no uses mi clóset para poner tus cosas?"... En su olvidado catecismo el buen Padre Ripalda enumeró las 14 obras de misericordia. De ellas, siete corresponden al cuerpo: dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, vestir al desnudo, visitar a los enfermos, visitar a los presos, dar posada al peregrino y enterrar a los muertos. Las otras siete atañen al espíritu: consolar al triste, dar consejo al que lo ha menester, enseñar al que no sabe, corregir al que yerra, sufrir con paciencia las flaquezas del prójimo, perdonar las injurias y rezar por vivos y muertos. Conozco a un hombre que ha cumplido todos esos piadosos deberes. Hablo de Alejandro Solalinde, sacerdote católico, cuya labor en bien de los migrantes es ejemplar tarea de humanidad. Yo lo admiraba desde antes de conocerlo. Lo conocí la noche en que ambos recibimos la presea que anualmente otorga la Fundación José Pagés Llergo. Le expresé mi admiración, y me dijo él: "Yo te agradezco el regalo de alegría que cada día nos das, y te agradezco también tus reflexiones". Oír tales palabras en labios de alguien como ese apóstol del bien fue recibir otra presea. Siempre he creído que el bien es el amor que se levanta las mangas y se pone a trabajar. Si la fe sin obras está muerta, el amor sin hechos está por lo menos desmayado. Bien dice el antiguo refrán: "Obras son amores". El Padre Solalinde ha cumplido desde hace muchos años...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR