De política y cosas peores / Victimario

AutorCatón

Don Cornulio llegó a su casa antes de tiempo y sorprendió a su esposa en trance de carnalidad con un toroso mocetón: "¿Qué es esto?" -preguntó en paroxismo de iracundia. "Ay, señor -respondió con impaciencia el fornicario-. No me diga que no sabe"... Himenia Camafría, madura señorita soltera, recibió en su casa la visita de don Otonio, senescente caballero con algunas partes todavía aprovechables. Después de servirle una copita de rosolí le dijo con un mohín de coquetería: "Si adivina usted cuánto peso podrá darme un beso en los labios". Respondió él: "Una tonelada". "Bueno -sonrió la señorita Himenia acomodándose para recibir el ósculo-. Kilito más, kilito menos"... Pepito es voluble y tornadizo como una veleta. (Se mete una veleta en la columna y enojada le dice al escritor: "Yo soy firme y constante en mi trabajo, señor mío. El que es voluble y tornadizo es el viento"). Apenas ayer manifestó Pepito que cuando sea grande quiere ser médico ginecólogo, pues de ese modo tendrá a muchos hombres trabajando en la noche para él, y ahora nos viene con la novedad de que cuando crezca quiere ser pendejo. Explica así su peregrina aspiración: "Mi papi ve a un tipo en un coche deportivo y dice: 'Mira el carrazo que trae ese pendejo'. Luego ve a otro acompañado por una mujer guapa, y exclama: '¡Qué viejorrón lleva ese pendejo! Conviene entonces ser pendejo". Pues bien: mi deseo es tan extravagante como el de Pepito. A mí me gustaría ser victimario. No se me tome a mal esa pretensión. Lo que sucede es que en México los victimarios reciben mejor trato que las víctimas. No son pocos los casos en que los organismos -tanto públicos como privados- encargados de velar por los derechos humanos prohíjan más los del delincuente que los de su víctima. Son como esos ecologistas radicales que al enterarse del naufragio del Titanic preguntaron con inquietud si el iceberg no había sufrido demasiados daños. Tal se diría que el secuestrador -o la secuestradora- tiene más garantías que el secuestrado; que el asesino goza de más derechos que la familia del asesinado; que el narcotraficante, el extorsionador o el sicario es objeto de mayor protección que el infeliz que robó por hambre y se pasa años en la cárcel sin siquiera haber sido sentenciado. Feroces criminales salen...

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