De política y cosas peores / La paciencia de AMLO

AutorCatón

El doctor examinaba a los reclutas en busca de enfermedades venéreas. Les iba diciendo: "Lo encuentro bien... Lo encuentro bien...". Cuando le llegó el turno a Meñico Maldotado le dijo: "No lo encuentro"... Los antiguos compañeros de colegio del señor Farfalo se sorprendieron al verlo llegar a la reunión anual del grupo con una arracada en la nariz. "¿Desde cuándo usas eso?" -le preguntaron asombrados. Respondió, mohíno, él: "Desde que a mi amiguita se le cayó la arracada en mi coche, y la encontró mi esposa, y ella misma me la puso a la fuerza en la nariz"... Las palabras "política" y "paciencia" empiezan con la misma letra. Otras palabras hay, cargadas de significado, que comienzan también con esa letra, pero por el momento no vienen al caso. La historia de Andrés Manuel López Obrador es la historia de una larga paciencia. Aunque muchos motivos ha tenido para desesperar, sigue esperando. Su historia se parece en algo a la del tipo que tenía un gran éxito con las mujeres. Todas se le rendían: donde ponía el ojo ponía, si no la bala, el bálano. Un compadre suyo a quien las damas le negaban sus favores le preguntó cómo le hacía para que las féminas cayeran en sus brazos. Él accedió a revelarle su secreto, y le invitó una copa. En el bar el compadre se sorprendió cuando el playboy le dijo de repente: "¡Qué bonitos ojos tiene usted, compadre!" Más se inquietó cuando después de algunas copas el seductor de mujeres le hizo una clara insinuación erótica. La rechazó, indignado. Al día siguiente recibió un regalo que su amigo le enviaba: un costoso reloj de esos que se usan más para ostentar riqueza que para ver la hora. Lo llamó por teléfono a fin de agradecerle el obsequio, y el otro lo invitó a comer en el mejor restorán de la ciudad. Ahí reiteró su malsana insinuación. El compadre volvió a indignarse, aunque -debo decirlo por respeto a la verdad histórica- con menos vehemencia que la primera vez. Al siguiente día recibió un nuevo obsequio de su amigo: un par de finísimas plumas de oro. Cuando lo buscó para darle las gracias el tipo insistió de nueva cuenta en su indecente pedimento. "¿Por quién me toma usted, compadre?" -dijo el otro, ya con menor enojo. Un nuevo regalo le hizo el...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR