DE POLÍTICA Y COSAS PEORES / Mascota perdida

AutorCatón

Don Valetu di Nario, señor de muchos almanaques, conoció en el bar del hotel a una linda chica, y empezó a jactarse ante ella de las proezas que había llevado a cabo con su parte varonil. Ella guardó silencio al oír las baladronadas del carcamal. Le preguntó, amoscado, el decrépito fanfarrón: "¿Por qué no dices nada acerca de mi atributo varonil?" Respondió la chica: "Porque en mi casa me enseñaron a respetar a los muertos"... La suegra de Capronio se sometió a una dieta rigurosa. Tiempo después le dijo el ruin sujeto: "Suegrita: cada día más cuero". "Gracias, yerno" -respondió ella halagada. "Sí -completó el barbaján-. Cada día más cuero le cuelga"... El pordiosero le pidió en la calle a don Algón: "Compadézcase usted de mí, señor. Yo también fui rico". Preguntó don Algón: "¿Cuánto hace de eso?" Respondió apesadumbrado el pedigüeño: "Hace dos esposas"... Don Languidio, señor septuagenario, les dijo a sus amigos: "Mi esposa es de mi edad, y tiene que tomar la píldora". "¿De veras?" -preguntó uno de ellos entre envidioso y suspicaz. "Sí -confirmó don Languidio-. La de nitroglicerina"... Firuláis, el perro de Babalucas, percibió en el aire un cierto aroma que lo convocaba a oficiar el eterno rito del amor. Saltó la cerca del jardín y fue en busca de la fuente de donde provenía aquel perfume -el de la vida-, y después de buscar ansiosamente dio con una linda perra y cumplió con ella el mandato de la naturaleza. "Amor omnibus idem", dijo Virgilio en sus celebradas Geórgicas. El amor es el mismo para todos. Sucedió, sin embargo, que el instinto genésico del perro fue mayor que el de su orientación, y el fatigado can no pudo hallar el camino de regreso a casa. Se perdió en el laberinto de las calles; su olfato, que tanto le sirvió para encontrar delectación, no le ayudó nada para encontrar la dirección. Al ver que el caniche faltaba de la casa, Babalucas y su esposa lo buscaron inútilmente por el barrio. La señora se afligió bastante, y le pidió a su marido que pusiera un aviso en el periódico. Lo puso el tontiloco, pero no hubo respuesta. La mujer de Babalucas, extrañada por esa...

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