De política y cosas peores / Lujos de antaño

AutorCatón

La columneja que te dispones a leer lleva dos ingredientes: un chascarrillo pelangoche y una reflexión que a su vez está hecha de chocolate y de política. Componentes más disímiles será difícil encontrar. Pero ¿acaso el mundo no se forma también con elementos muy disímbolos? Y ¿qué decir de la persona humana? Tiene al mismo tiempo alma y cerilla en las orejas. La diversidad es la nota principal del universo. Y también -toda proporción guardada- de mi columna de hoy. Léanla mis cuatro lectores, si mejor cosa no tienen que hacer... Una mujer puso un anuncio en el periódico: "Busco hombre que no me maltrate, que nunca se vaya de mí y que sea bueno en la cama". El mismo día que publicó el aviso oyó sonar temprano el timbre de la puerta. La abrió y no vio a nadie. Pero en eso oyó abajo una voz que le dijo: "Buenos días". Volvió la vista y miró a sus pies a un hombre que no tenía brazos ni piernas. "Vengo por lo del anuncio" -le dijo el individuo. "No entiendo -se desconcertó la mujer-. ¿Acaso piensa que es el hombre que busco?" "Lo soy -repuso el tipo con tono de seguridad-. Reúno todas las cualidades que usted pide. No la maltrataré porque no tengo manos, y no me iré de su lado porque no tengo piernas". Preguntó ella: "Y ¿es bueno en la cama?" Respondió el tipo: "¿Con qué cree que toqué el timbre de la puerta?" (No le entendí)... La bebida de mi niñez fue el chocolate. Lo tomábamos en el desayuno y la merienda, acompañado siempre con el sabroso pan de La Antigua Muralla, la insigne panadería de aquel gran caballero saltillense que fue don Leoncio Saucedo. Quien ahora me vea y mire mi ventripotencia no me creerá si le digo que en mis primeros años fui delgado y frágil como una buena intención. El padre Secondo, de la Compañía de Jesús, se condolía al verme tan flaquito, y luego de oír mi confesión de niño me imponía como penitencia que me tomara una taza de chocolate -grande, ¿eh?- con dos piezas de pan de azúcar. Conservo hasta la fecha el gusto por esa sápida poción episcopal. "Católico chocolate, / que de rodillas se muele, / juntas las manos se bate / y viendo al cielo se bebe". Esta cuarteta laudatoria la leí en el muro de un...

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