DE POLÍTICA Y COSAS PEORES / Humor político como arma

AutorCatón

Iba un desfile de políticos por la calle. Un señor que estaba entre el público sintió de pronto que le sacaban la cartera, y vio que dos raterillos salían a todo correr. "¡Párense, rateros!" -grita el señor a voz en cuello-. El desfile tardó más de 15 minutos en ponerse en movimiento otra vez... Un político invitó a otro a cenar en su casa. Los dos recelaban el uno del otro. Al terminar la cena el anfitrión se disculpó, y se levantó de la mesa. Poco después se escuchó un ruido inconfundible: el dueño de la casa había ido al baño, y estaba desahogando una necesidad menor. Pero había olvidado cerrar la puerta, y aquello se alcanzaba a oír con toda claridad. La esposa, apenada, le dice al visitante: "Perdone usted. Voy a cerrar la puerta". "No se preocupe -la tranquiliza el otro-. Por primera vez sé con seguridad lo que su marido trae entre manos"... El humor político tiene una rica tradición en México. Desde los tiempos de la mal llamada "colonia" los criollos mexicanos sabían zaherir con ingeniosas, sabrosísimas burletas a los virreyes venidos de ultramar. "A pie y a caballo nadie te gana" -le dijeron al marqués de Branciforte-. Con ese dicho aludían a sus enormes pies y a su corta inteligencia. Pero el tonto señor se puso muy ufano con la frase, pues la entendió referida a su gracia para caminar y montar a caballo. Otro virrey, Marquina, ordenó construir una fuente en un sitio donde no había agua. Así, la fuente acabó en urinario público. Un anónimo pasquinero perpetró esta cuarteta lapidaria: "Para perpetua memoria / nos dejó el virrey Marquina / una fuente en que se orina... / y aquí se acabó la historia". Son famosos los dicterios políticos de El Pensador...

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