DE POLÍTICA Y COSAS PEORES / Gasto político

AutorCatón

Decía cierto señor sin un solo cabello en la cabeza: "-No es que yo sea calvo; lo que sucede es que soy unos 60 centímetros más alto que mi pelo". (No le entendí)... Don Timo Rato, caballero de no malos bigotes, pero apocado, irresoluto y encogido, cortejaba discretamente a Himenia Camafría, madura señorita soltera. Por más que se esforzaba no lograba reunir el valor necesario para declararle a la virtuosa célibe sus intenciones, que eran honestas y contenidas dentro de los más estrechos límites de la moralidad. Quiero decir que su propósito era dar a la señorita Himenia el dulcísimo título de esposa, casarse con ella, desposarla, llevarla al altar. Sabía que ella no lo miraba con indiferencia, pero aun así no se atrevía a proponerle que unieran sus destinos. Temía que ella interpretara mal esas palabras, "unir nuestros destinos", y viera en ellas una intención erótica que el honrado señor estaba muy lejos de abrigar. Cuando por fin se convenció de que su timidez le impediría decirle cara a cara a la señorita Himenia su intención, decidió recurrir a un expediente extremo. Una tarde, después de darse valor con seis o siete copitas de rompope, don Timo Rato la llamó por teléfono a su casa. Ni siquiera esperó a que ella dijera: "¿Aló?", que era la graciosa manera en que solía contestar las llamadas telefónicas. Antes de que su dulcinea pudiera articular palabra le dijo sin más: "-Perdone mi atrevimiento, señorita Himenia. ¿Quiere usted casarse conmigo?". "-¡De mil amores! -respondió ella de inmediato-. ¿Quién habla?"... Menos burocracia electoral. Menos dinero a los partidos. Menos tiempo para las campañas de los políticos, con menos contaminación visual en ellas. Menos propaganda en televisión y radio, que tiene ya a los ciudadanos up to the mother, si me es permitido ese anglicismo que traducido al ático español quiere decir "hasta la madre". Menos Diputados y Senadores, y supresión de aquellos que no se ganen en las urnas su escaño o su curul. Ah, y menos partidos, de modo que no existan -ni a nivel federal ni en los estados- esos partiditos, partidillos y partidejos que son negocio personal o empresa de familia, y que en cada proceso se venden al mejor postor. En eso, entre otras cosas, debe consistir una real y verdadera reforma electoral. Lo cierto es que gastamos demasiado en la política. Una de las...

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