De política y cosas peores / Efectos y riesgos

Facilda Lasestas, joven mujer de mucha actividad hormonal y muy poca neuronal, fue invitada a un picnic. No sabía qué era eso, pero por si las dudas esa mañana, al bañarse, se lavó todo lo posible -y lo imposible también-, y se puso bragas nuevas. Al llegar al sitio donde tendría lugar la comida campestre Facilda se sentó con los demás invitados sobre el de grama césped no desnudo. La expresión es de Góngora, y puede sintetizarse en una palabra mexicana: "zacate", que significa pasto o yerba baja. A propósito de zacate, en mi ciudad vivió el general Jesús Dávila Sánchez, hombre de la Revolución, militar de mucho mérito. Tenía aspecto patriarcal; era un hermoso anciano de azules ojos y tez clara. Lucía una vellida barba blanca que le cubría el pecho y le daba semejanza con santo de estampa religiosa antigua. En cierta ocasión una niñita le preguntó dónde ponía su barba al acostarse por las noches, si arriba de la cobija o por abajo. El general Dávila le contestó que no se acordaba, pero que esa noche se fijaría bien para darle la respuesta al día siguiente. No pudo dormir aquella noche el general. Si metía la barba abajo de la colcha se sentía incómodo, e igual si la dejaba fuera. "¡Diablo de muchachilla!" -decía luego con inquina al referirse a la culpable de su insomnio. Solía el general Dávila Sánchez pasear a la caída de la tarde por la plaza principal de la ciudad. Lo hacía con parsimonia, apoyado en su bastón de junco; parecía que revisaba la limpieza de los andadores y el cuidado del pasto en los jardines, como si fuera el propietario del paseo. Sucedió que un par de traviesos estudiantes que andaban por ahí se llegaron a él y le dijeron con fingida consideración: "Perdone usted, señor: ¿nos da permiso de pasear por su plaza?" "Háganlo -les contestó don Jesús sin cambiar la expresión-. Nada más no se coman el zacate". Advierto, sin embargo, que me he apartado del relato. Vuelvo a él. Facilda bebió un par de copas de cierto chínguere que alguien le ofreció, y el bebistrajo le provocó un sopor o somnolencia que la llevó a alejarse un tanto del grupo. Se acostó en el zacate, y ahí se quedó dormida. Aconteció que una vaca que atravesaba el prado pasó sobre ella. Sintió Facilda las cuatro pezuñas de la res, y dijo entre sueños...

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