DE POLÍTICA Y COSAS PEORES / Desconcierto

AutorCatón

El amigo de don Algón le preguntó: "-¿Cómo te va con tu nueva secretaria?". Respondió el salaz ejecutivo: "-La traigo muerta". Le sugiere el amigo: "-¿Por qué no tomas Viagra?". (No le entendí)... Doña Panoplia de Altopedo, señora de buena sociedad, oyó sonar la campana que anunciaba la llegada del camión de la basura. Como ese día no estaba la sirvienta, fue a todo correr con la bolsa de los desperdicios. Iba desmelenada y ojerosa; vestía una vieja bata de arrugada popelina y calzaba unas pantuflas rotas, de peluche. Le preguntó al de la basura: "-¿Llego a tiempo?". "-Sí -le respondió, cortante, el majadero-. Súbase"... A medias de la noche hubo un incendio en el convento. La superiora despertó sobresaltada. Al ver el humo se echó encima lo primero que encontró y salió hecha madre del claustro monacal. Habían llegado ya los bomberos, que se ocupaban en controlar las llamas. Cuando por fin lo consiguieron, el jefe de los apagafuegos le dijo a la religiosa: "-De la manera más atenta le sugiero, reverenda madre, que busque al padre capellán y haga con él un intercambio". "-¿De impresiones?" -preguntó la superiora. "-No -replicó el bombero-. De ropa. Usted trae su sotana; de seguro él ha de traer su hábito de monja"... Una duda me agobia de continuo que me desvela y me provoca afán: ¿cuál es la capital de Dakota del Sur? Y otra inquietud me asedia: ¿existe en verdad eso que llaman "el concierto de las naciones civilizadas"? Lo digo porque yo veo a ese concierto muy desconcertado, y a las tales naciones bastante incivilizaditas. Guerras aquí; violencia allá; acullá crisis económicas, y por doquier irritación social. Y no sólo por doquier: también por dondequiera. Si acaso existe el concierto de las naciones civilizadas, a sus ojos México debe ser hoy por hoy motivo de irrisión. Eso de que un centenar de pelafustanes armados con tubos, palos, piedras y bombas molotov pongan en jaque a la fuerza pública de una ciudad habitada por millones, golpeen y hieran impunemente a sus elementos, y causen destrucción y caos es cosa inadmisible en cualquier país que se respete y que aspire a merecer respeto. Tanto el Gobierno federal como el local son responsables de omisión culpable. Dejan desprotegidos a los habitantes de la Ciudad de México, y desprotegen también a sus propios policías. De una viciosa situación en que la fuerza pública agredía a los...

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