De política y cosas peores / Oposición constructiva

Un aficionado al motociclismo se casó con una oficial de la Patrulla de Caminos. A su regreso de la luna de miel un amigo le preguntó cómo le había ido en la noche de bodas con su esposa. "No muy bien -replicó malhumorado el tipo-. Me multó con 500 pesos por no llevar casco protector; con mil por exceso de velocidad, y con mil 500 por haber tomado una desviación equivocada". (No le entendí)... Puedo estar equivocado, pero pienso que la función de un partido opositor no es oponerse sistemáticamente al gobierno nada más porque sí -por joder, decía el español-, sino asumir un papel crítico ante él, contribuir a darle rumbo cierto a la administración, y aportar ideas y acciones tendientes a conseguir que los detentadores del poder actúen conforme al interés público y en bien de la comunidad. Si estoy equivocado, díganmelo. (Se hace el silencio. ¿Es que todos están de acuerdo con mi aseveración, o es que nadie la leyó? Se hace otro silencio). Felipe Calderón se equivoca cuando pretende seguir manipulando al PAN a través de interpósita persona (no quise poner "por mano de gato", pues se oye muy feo). Su intervención puede dividir irremediablemente a Acción Nacional, y hacer que se asemeje al PRD en eso de las tribus. Por eso, y sin tener el gusto de conocerlos, exhorto a los senadores panistas pertenecientes al grupo de Cordero a conservar la unidad de su partido. Si miran hacia atrás, hacia ese pasado que ahora representa Calderón, se exponen a torcer el surco. Pueden formar, sí, una oposición constructiva al interior del PAN que acote las acciones de Madero y ayude a orientar su tarea, pero no deben provocar una fractura que debilite aún más al partido y constituya no sólo una rémora para la organización, sino también un estorbo para los cambios que urgentemente necesita México. No pretendo señalar rumbos a nadie. Podría yo llevar en la espalda aquel letrero que leí en la defensa trasera de un automovilito viejo: "No me sigan. Yo también ando perdido". Pero a pesar de todo sigo sintiendo simpatía por el PAN -tantos buenos amigos he tenido que en su tiempo lucharon por los ideales de Manuel Gómez Morín-, y temo los malos efectos que los rencores y las inquinas personales pueden provocar en el partido...

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