De política y cosas peores / Bellísima mujer

AutorCatón

Tetonina está triste. ¿Qué tendrá Tetonina? Presento a mis cuatro lectores un nuevo personaje de esta columnejilla. Se llama Tetonina Dobledé, y es una mujer de busto grande. Con sus ubérrimas galaxias podría alimentar a un batallón. (Nota: nuestro estimado colaborador incurre en una simpática hipérbole. Sería difícil que la señora Tetonina, por abundantes que sean sus atributos pectorales, pudiera proporcionar el lácteo nutrimento a un batallón, que en el sistema militar británico tiene de 300 a mil 300 hombres. Son muchos. Quizá ni Chesty Morgan podría hacer frente al ingente desafío de lactar a un millar de armígeros, y más si llegan con hambre después de la fajina. Esta tal Chesty Morgan fue una bailarina exótica cuyo tetamen era desmesuradamente grande. Las medidas ideales de una mujer eran, en los años setenta del pasado siglo, 36 pulgadas de busto, 23 de cintura y 36 de cadera.

Chesty medía 73-23-36. Y lo que tenía al frente lo recibió de mamá naturaleza, no de la cirugía. Hizo una película que obra entre las curiosidades de mi filmoteca, y que se llama Deadly Weapons,Armas mortales. En ella la pechugona danzarina se vengaba de los hombres que la habían maltratado dándoles a probar primero las mieles de sus formidables glándulas mamarias, y luego asfixiándolos entre ellas. Cuidado, entonces, con las pechugonas. Y con las muslonas más). Pero advierto que me he apartado del relato. Vuelvo a él. Tetonina Dobledé sufría mucho por la grandura de su busto, que le impedía realizar dos actividades: usar su BlackBerry y tocar la mandolina. El BlackBerry no lo podía ver, pues se lo tapaba la inmensa mole de su doble hemisferio pectoral, y la mandolina le quedaba muy lejos. Fue entonces con un eminente cirujano plástico y le expuso su problema. El facultativo le dijo que el caso tenía fácil solución: bastaba una sencilla operación quirúrgica, tras de la cual ella podría ver su BlackBerry y tocar sentidas romanzas en la mandolina. Se llevó a cabo la intervención. Cuando Tetonina volvió en sí de la anestesia se espantó al ver que su busto seguía igual de grande. Preguntó con enojo al cirujano:¿Por qué no lo redujo? Contestó el galeno:Eso habría sido como enderezar la Torre de Pisa, desecar Venecia o quitarle la antorcha a la...

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