De política y cosas peores / Angélica ciudad

Afrodisio Pitongo era hombre fornicario y dado a la libídine. En cierta ocasión el salaz sujeto le propuso a una linda chica pasar juntos la noche. "Si lo hago -opuso ella- no me respetarás por la mañana". "Nos despertamos después del mediodía" -sugirió él para quitarle tal temor. Ése y otros labiosos argumentos vencieron la resistencia de la joven, quien finalmente se rindió a las instancias del tozudo seductor. Cuando llegaron al departamento de Pitongo la chica tropezó en el tapete de la entrada y estuvo a punto de caer. Afrodisio la sostuvo, solícito y caballeroso, y le preguntó lleno de inquietud: "¿Te lastimaste, linda?" Al día siguiente, consumado ya el trance de erotismo, los dos salían del departamento, y ella volvió a tropezar en la alfombrilla. Le dijo entonces Afrodisio: "Levántalas, pendeja". (¡Ah, hombres! Si no fuera yo uno de ellos, diría que son groseros, ruines, majaderos, zafios, insolentes, patanes, burdos, sandios, y además cabrones)... No vivo en Puebla, pero Puebla vive en mí. Voy a esa angélica ciudad como ir a un santuario. En ella soy peregrino de arte y artesanías, de historia y tradiciones, de arquitectura y arqueología, de galas de gula, de cosas del espíritu y la fe. Acudo siempre al Barrio del Artista, a Los Sapos y al Parián; disfruto los tesoros carolinos y palafoxianos. En compañía de mi joven y talentoso amigo Pablo Argüelles he ido a visitar a Fray Sebastián de Aparicio, el primer charro mexicano, y con la guía de ese sabio señor que es don Eduardo Merlo he conocido los prodigios que guarda la magnificente catedral poblana. (Se dice que los ángeles la hicieron, pero es tan bella y majestuosa que tengo para mí que más bien la construyeron los arcángeles, si no es que los principados, potestades, virtudes, dominaciones, tronos, querubines o serafines, espíritus todos superiores a los ángeles en la alta jerarquía celestial). Este pasado martes regresé a la hermosa ciudad por invitación del Rector de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, el maestro Alfonso Esparza Ortiz. Digno Rector es él...

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